Capítulo 16 : Todo sea por Duna.

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[...]

Después de que Arturo abandonó la casa de Sofía no quiso volver a casa, no estaba listo para llegar y encontrarse con las múltiples miradas acusadoras, pero mucho menos de aguantar un solo segundo a Amanda, las lágrimas brotaban por sus ojos, tenía los puños apretados de la misma rabia contenida de no poder contarle la verdad a Sofía, miró una última vez al bloque de pisos suspirando.

—Perdonadme chaparrita...perdóname...—Murmuró para sí mismo subiéndose seguidamente a su coche.

Una hora más tarde, casa de las hermanas Acevedo.

Sofía no podía dejar de llorar, era tal la pena que sentía por dentro que ni siguiera era consiente del daño que se estaba haciendo a si misma llorando de aquella manera, no podía creer nada de lo que acababa de suceder, para ella todo era absurdo, ilógico ¿un hijo con Amanda? ¿Había sido capaz de engañarla de aquella manera tan rastrera? Sí, se respondía ella misma en sus pensamientos una y otra vez.

La puerta de casa se abrió entre risas, eran Irina y Andrea, pero aquellas risas que traían se esfumaron cuando vieron a su hermana llorar desconsoladamente en el salón.

— ¡Sofí! —Gritó Irina dejando el bolso en el suelo para salir corriendo en busca de su hermana.

— ¿Qué tienes Sofía? —Preguntó Andrea yendo hasta la cocina para traerle un vaso de agua. —Dime que Arturo no te hizo nada...—Murmuró Andrea ofreciéndole al vaso.

Sofía lo tomó casi temblando, aún no era capaz de articular palabra, pero poco a poco con la ayuda de sus hermanas comenzó a calmarse, cuando estuvo más tranquila les contó todo lo que había sucedido con Arturo, tanto Irina como Andrea se quedaron mudas, no daban crédito a lo que su hermana le estaba contando, pero lejos de que le dijesen te lo dije la abrazaron con fuerza mostrándole su apoyo incondicional.

Sofía se dio una ducha merecida, tras un largo rato volvió al salón donde ya la esperaban sus hermanas, las dos la miraban con atención viendo que aún en su rostro podía verse como seguía llorando.

—Sofía, no quería decir que te lo dije, pero te lo dije, lo sabes. —Se puso de pie Andrea, pero en ese mismo momento Sofía se sentó en el sofá evitando a su hermana, pero al ver que la había esquivado siguió dando su opinión. —Arturo es como todos los Mendoza, esos hombres no son lo que parecen y no vale la pena que te pongas así por él.

— ¡Ya vale Andrea! No es momento para pisar la herida. —Recriminaba Irina a su hermana apoyando la mano sobre la espalda de su hermana Sofía. —Lo que tenemos que hacer es ayudar a sanarla, ¿no ves como esta? —Le lanzó una mirada desafiante para que dejase de ser tan fría en aquella situación donde Sofía las necesitaba a las dos por igual.

—Ya, no discutan, por favor, no pierdan su tiempo con todo esto, está herida no es tan fácil de curar. —Consiguió decir Sofía ahogada en su propio llanto interno, agarró uno de los cojines del salón para abrazarse a él apoyando la espalda en el respaldo.

—Pero Sofía ¿vas a dejar este asunto así? Ahora es cuando podemos pisarles bien la cabeza a esos engreídos de los Mendoza diciendo que vas a tener un hijo de Arturo, desmontémosle su gran teatro delante de todos. —Propuso Andrea en un ataque de rabia ante el llanto de su hermana mayor.

—No seas bruta Andrea, no creo que Sofía quiera hacer eso, solo conseguiría que la humillasen ¿Crees que alguien daría la cara por la verdad de Sofía? No, son unos patanes, no tienen límite ni corazón, y yo no estoy dispuesta a que traten mal a Sofía ni a ninguna de nosotras. —Irina abrazaba a Sofía que había dejado la cabeza caer en el hombro de su hermana.

Susurrame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora