Capítulo 6: Nuestra noche.

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Arturo cargó entre sus brazos a Sofía para llevarla hasta su habitación, no podían parar de sonreír el uno y el otro, se acariciaban mutuamente mientras recorrían aquel pasillo hasta llegar a la habitación de Arturo, poco a poco la fue soltando sobre la cama, Sofía hizo a un lado el sombrero dejándolo sobre la mesita de noche que tenía a su derecha, miró a Arturo con deseo, estaba dispuesta a entregarse por completo a él.

Ante la mirada de ella Arturo se subió a la cama de rodillas hasta alcanzar el cuerpo de ella, Sofía alzó su barbilla con una pícara sonrisa entre los labios cómo si le estuviese desafiando a algo, Arturo entendió sus señas tan solo con mirarla a los ojos, poco a poco la comenzó a desnudar hasta que quedó en ropa solamente en ropa interior, no perdía detalle de la desnudez de su cuerpo, la contemplaba como si fuese una obra de arte, lo era, a sus ojos era la mujer más hermosa que había visto nunca, ahora era sólo suya.

—Eres preciosa...—Dijo en un susurro mirando su cuerpo, acarició su piel despacio con la yema de los dedos, las caricias se extendían por sus brazo, su cuello, también su pelo; Con algo de maña se logró deshacer del sujetador de Sofía dejando libre sus bellos pechos.

Sofía se dejó hacer por él, acercó su boca ansiosa a la de Arturo, su cuerpo estaba reclamando el suyo, lo necesitaba, ahora sabía de sobra que eso era así, deseaba ser suya. —Hazme tuya Arturo...quiero ser tuya...—Susurró casi suplicándole que lo hiciese.

Los ojos de Arturo se encendieron ante sus palabras, él hizo lo mismo que Sofía, se sacó la camiseta, desbrochó sus pantalones, se descalzó, pero aún se dejó puestos aquellos boxers oscuros, ahora estaban igualados, casi desnudos uno frente al otro, las caricias de él bajaron por el cuello de ella empujándola hacía atrás, recostó su cuerpo y entonces aprovechó para contemplarla mejor, Sofía se movía inquieta ante las futuras intenciones de Arturo, pero esperó intentando ser paciente para así disfrutar de cada una de las sensaciones que él le estaba haciendo vivir.

Arturo hundió la cabeza en el cuello de Sofía, daba besos intensos en él, la mordía suave, succionaba su piel, sus manos bajaban por su cuerpo, una de ellas se posó sobre el pecho de ella, apretó con fuerza rozando con su dedo pulgar el pezón de ella, al instante pudo comprobar como este se volvió erecto, dejó de jugar con él para cubrirlo con la malo completa y así masajearlo, los jadeos de Sofía aumentaban la excitación de él, sentía como las grandes manos de él la estaban consumiendo en un calor abrasador, su cuerpo se retorcía ante él, sus jadeos cada vez se intensificaban más, lo deseaba, su cuerpo estaba ardiendo por él.

Arturo liberó uno de sus pechos para clavar su mirada en la de ella, la miraba hambriento mientras inclinaba la cabeza para llevarse su pezón a la boca, los ojos de Sofía se cerraron en aquel momento, un escalofrío de placer la volvía a recorrer, su boca se abría y se cerraba dando paso a nuevos gemidos, agarró el pelo de Arturo presionando la cabeza de él un poco más contra su pecho, la boca de Arturo no tenía piedad con sus pechos, su lengua se movía sin piedad por su piel, alternaba ambos pechos de ella, torturaba con su lengua húmeda y caliente aquellos pezones erectos, succionaba de ellos disfrutaba de aquel sonido proveniente de los gemidos de Sofía.

Sofía apretó la mandíbula, mientras intentaba controlar el temblor de sus propias piernas, podía sentir toda la virilidad de Arturo contra ella, sentía su calor, incluso su deseo, con aquella fina lencería podía sentirlo todo. Todo.

El dejó sus pechos a un lado colocándose ahora a la altura de sus ojos, ella estaba sudando, su respiración se compaginaba con la de él, estaban ansiosos el uno por el otro, se acercó a ella para volver a besarla, su boca hambrienta devoraba la ajena, su lengua se cruzaba con de Sofía como si quisieran librar una batalla dentro de sus bocas, se volvió a separar de ella en un jadeo ronco, atrapó el lóbulo de oreja suave oliendo su aroma, le gustaba como olía ¿Cómo podía volverle tan loco? Deslizó las manos por las curvas de su cintura, pasó la mano por su vientre plano observando cara reacción que provocaba en su cuerpo, luego la miró a los ojos fijamente, metió la punta de sus dejos bajo su lencería, podía notar como la impaciencia de ella empezaba a aflorar por sus movimientos, su mirada ya le pedía que la poseyera, pero no lo hizo, no aún, bajó despacio su ropa interior acariciando su intimidad, estaba húmeda, no había duda que estaba disfrutando de aquello tanto como lo hacía él.

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