Alina.
Las alarmas son lo peor que pudo crear el hombre, sin embargo, esta mañana desperté con los primeros timbrazos del reloj, estaba ansiosa por llegar a la universidad.
He deseado verlo, anoche soñé con Nick, recordé los bellos momentos que pasamos juntos, no entiendo por qué mi mente evocó esos recuerdos después de la noche con Leo.
Me miro en el espejo de cuerpo entero, el uniforme blanco resalta mis curvas, empaco mis libros en el bolso y salgo de la casa, aunque no sé si en verdad quiero verlo, el baile, sus caricias, todo en él me trastoca, pero recuerdo las veces que me ofendió, me juzgó sin conocerme simplemente porque trabajo en un club de strippers y mi madre es prostituta, está bien que eso dé para pensar, pero no tenía porque ofenderme.
No me doy cuenta que he llegado a mi destino, aparco la moto y no veo a Isaac, seguro se le hizo tarde o yo llegué muy temprano.
Visualizo el coche de Leo, el saber que está aquí me pone nerviosa, camino a la cafetería en busca de un café pero aún está cerrada, joder.
Me dirijo al salón algo enojada, necesito cafeína, rebusco mis audífonos y pongo música, necesito algo que me distraiga hasta que Isaac llegue, encuentro la canción de anoche (Tanto) y la reproduzco, creo que se ha convertido en mi favorita.
Cuando llego a mi asiento un vaso de Juan Valdez (marca de cafés) está sobre la mesa, río ante la amabilidad de mi gran amigo, apuesto que lo compró para mí, aunque es raro, ya que siempre lo trae casero, miro alrededor del aula a ver donde está escondido pero no hay nadie, ni modo, café es mi prioridad ahora.
Me siento y empiezo a tomar el café, tiene un ligero sabor a canela, está buenísimo.
Poco a poco los estudiantes van llegando y estoy quitando mis audífonos cuando Leo entra, no trae el uniforme completo, tiene unos pantalones beige con la camiseta del uniforme, quizás porque está en una especialización no es obligatorio que lo traiga.
Su cabello está húmedo, se ha rasurado, se le ve fresco mientras que yo siento como me acaloro ante los pensamientos que vienen a mí, cuando pasa por mi lado sonríe, es una linda sonrisa.
-Buenos días -saluda y ahora si me derretí.
-Hola -es lo que viene a mi mente.
-Debe estar muy bueno ese café, tienes crema en... -se agacha para quedar a mi altura y saca un pañuelo de su bolsillo trasero y limpia mi labio superior- listo.Se levanta y va al asiento detrás de mí.
Debía verme como una tonta con bigotes, joder, si antes estaba nerviosa ahora estoy a punto de un paro cardíaco, sus manos, su gesto, tan cerca de mi boca.
Isaac por fin aparece, tiene algunas ojeras pero las oculta con la gran sonrisa que me dirije.
-Hola, guapa -deposita un beso en mi mejilla antes de sentarse a mi lado- eres una traidora, me hiciste venir tarde por estar haciéndote el café y tú con un Juan Valdez.
Me atraganto con el café y por poco lo escupo hacia adelante, Isaac palmea mi espalda.
-Cariño, tampoco es para que te ahogues -acaricia mi espalda con ternura- te la perdono porque te amo.
-¿Isaac, me estás diciendo que tú no trajiste este café? -abro los ojos como platos temiendo que me hayan envenenado- lo encontré aquí en mi puesto, pensé que tú lo habías dejado.
-No, Lina, yo acabo de llegar y sabes que esos son muy caros -señala el vaso que aún está en mis manos- prefiero levantarme más temprano a hacértelo.
-Mierda, y si alguien me envenenó -le digo asustada.
-Quizás alguien lo olvidó aquí y tú lo tomaste o...-¿O? -le pregunto levantando mi ceja izquierda.
-Alguien te lo quiso regalar -termina la frase.
-El único que me da café eres tú -le respondo y estoy tan preocupada por este extraño café que no me doy cuenta que Isaac agarra el vaso y lo revisa cuidadosamente.¿Y si?... no eso no puede ser cierto, él llegó, preguntó por el café sólo porque estaba sucia, él no pudo darme un café.
-Sí, te lo regaló -confirma Isaac en mi oído.
-No... espera, ¿Cómo sabes lo que estaba pensando? -le pregunto aturdida.
-No sé que estabas pensando pero sí puedo descubrir otras cosas, mira -abre el papel que envolvía el vaso."Que tengas un excelente día"
-Leonardo Toscana.
Pd: 3215425061Gracias a Dios estoy sentada, sino me hubiese desplomado, él me regaló el café, que tierno, y me deseó un gran día, ¿por qué tengo está estúpida mirada soñadora?
Es un atrevido, dejarme un café sin avisarme, y su número de celular, pretende que lo llame, está loco, aunque algo dentro de mí grita que lo haga.
-Ahora si lo golpearé, yo soy el único que te da café, no puede robarme ese puesto, aunque... si te lo sigue dando podré dormir quince minutos más, entonces me cae bien -piensa Isaac en voz alta.
Golpeo su brazo.
-Auch, ¿Por qué fue eso? -toca su brazo.
-¿Cómo que te cae bien? Prefiero la opción de que lo golpees.
-No seas hipócrita mi Doc -se acerca a mi oreja y susurra- Sabes que te gusta, te ha encantado su detalle, quieres llamarlo, conozco esa mirada.Vuelvo a golpear su brazo, esta vez más suave.
-Eres un pesado -ambos reímos.
-Sabes que tengo razón.No respondo, él solo asiente en mi dirección, joder, Isaac me conoce tanto, nadie me conoce tan bien como él, por eso lo adoro.
Lentamente me giro para ver a Leo y está concentrado en un cuaderno aunque siente mis ojos en él y me mira, las comisuras de sus labios se elevan en lo que parece una sonrisa pícara y creo que tengo todos los tonos de rojo en mi cara.
Vuelvo la mirada al frente e Isaac ríe a mi lado, se ha dado cuenta de nuestro cruce de miradas.
El profesor de anatomía llega con su impecable traje y saluda a la clase, no escucho nada de lo que dice, busco el móvil en mi bolso y escribo un mensaje de texto.
Gracias.
Escribo su número en el destinatario y presiono enviar antes de que me arrepienta.
Puedo escuchar un leve pitido, sonrío sabiendo que está leyendo mi mensaje.
-Mensaje recibido y una sonrisa en tu dirección -musita Isaac en mi oído.
-¿Sabías que eres el mejor?
-Lo sé, mi doc.Río ante su desmesurado ego y termino mi café, se ha enfriado un poco pero no me importa.
Hola, chic@s
¿Qué les parece la novela?
Dejen sus opiniones en los comentarios, son importantes para mí.
Y voten también, no hace daño, jeje.Gracias por leerme, me alegran la vida.
Besos.
Didi.

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FUSIÓN
Любовные романыSu hogar fue un club nocturno, su familia strippers, su madre una de las prostitutas más conocidas de la ciudad, creció viendo sexo en lugar de caricaturas, es una completa virgen en un mundo lleno de vicios. Ella es la excepción. Él es el hijo del...