Su hogar fue un club nocturno, su familia strippers, su madre una de las prostitutas más conocidas de la ciudad, creció viendo sexo en lugar de caricaturas, es una completa virgen en un mundo lleno de vicios.
Ella es la excepción.
Él es el hijo del...
Él sale con la misma rapidez con la que entró produciendo un estremecimiento en mi parte baja.
-¿Por qué no me lo dijiste? Dios santo, ¿Estás bien? ¿Te lastimé? -empieza a balbucear y siento como se aleja de mis muslos pero lo aprieto contra mí y levanto un dedo que pongo entre sus labios.
-Shh... nunca he estado mejor -le tranquilizo- y desearía que continuaras porque en serio me gusta.
Él me mira con escepticismo pero poco a poco vuelve a deslizarse dentro de mí y lo hace lentamente produciendome algo de dolor con cada milímetro que avanza, ese dolor gozoso que sangra pero te gusta a la vez y me concentro en él, en el firme contacto visual que tiene sobre mí y como empieza a disfrutar lo que sucede, en la intrusión bienvenida de su cuerpo, en sus músculos contrayendose con cada embestida, en el rasgar de mis uñas sobre su espalda, en la creciente necesidad de que acelere que empiezo a sentir, en como mis caderas se levantan solas para recibirlo, es increíble como los jadeos y gemidos se escapan solos y él los atrapa con su boca. Y es indiscriptible el torrente de sensaciones que acuden a mí, el más puro éxtasis.
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Nos quedamos enredados por unos minutos recuperando los alientos perdidos, él está aferrado a mí, su cabeza entre mis pechos mientras yo peino su cabello con mis dedos, aún me tiemblan las piernas y siento un leve dolor entre ellas.
Leo se levanta de mi pecho,se acomoda mi lado y me atrae hacia sí, ahora soy yo la que reposo sobre él.
-Quedate esta noche -susurra concentrado en mis mechones cortos y jugando con ellos.
-Esa es una excelente idea -le respondo- pero debo ir a casa a buscar ropa.
-No creo que la necesites para lo que quiero hacer -dice antes de devorar mi boca.
-Así que pasaremos follando como conejos -él abre su boca sorprendido por mi expresión y yo río.
-Claro que sí, conejilla novata, hay mucho que falta por probar.
-Eso me gusta, pero aún asi debo ir a casa.
-Está bien, iremos luego -él se queda pensativo durante unos minutos y abre y cierra la boca un par de veces- ¿Planificas?
-No, nunca vi la necesidad de hacerlo, hasta ahora, me va a tocar comprar una post day.
-Entonces, debemos pasar por una farmacia -dice volviendo a ponerse sobre mí.
-Creí que iríamos en tu coche -le digo mientras el taxi para a nuestro lado.
-Es que... quiero montar tu moto -dice con una sonrisa tímida.
-¿En serio?
-Sí, hace mucho que no subo una y desde que te vi en ella, joder -se acerca para hablarme al oído para que el conductor no pueda escucharnos- tengo esta sexy fantasía, de ti detrás de mí, rodeando mi cintura con tus brazos y apretando tus muslos contra mí cada vez que acelero.