Leo.
Estaba secando platos, nunca pensé que fuera divertido, o quizás no lo era, pero me sentía bien con ella, haciendo estas cosas caseras, era acogedor.
Escucho atentamente cada palabra que sale de su boca, tarea difícil, ya que mirar sus labios me desconcentraba y mantener el plato en mis manos mientras veía como fruncía los labios al hablar, pero lo conseguí.
-Así que... solo atiendes el bar, tus únicos amigos son la familia de Isaac y una loca chica amante de la lectura que a veces hace tus turnos -le digo repasando cada una de las cosas que dijo.
-Vaya, eres bueno escuchando pero olvidaste mencionar que Fer también escribe -lo dice tan seriamente que por un momento siento que cometí un error fatal olvidando ese detalle.
Pero ella explota en una risa.
-Debiste ver tu cara -exclama entre risas- no era necesario que lo mencionaras todo, relájate un poco.
Y eso hicimos, nos relajamos, nos sentamos en el sofá, ella cruzada de piernas, evitaba al máximo mirarlas, pero era inevitable, y luego estaba la porción de abdomen que quedaba a la vista entre su blusa y el pantaloncito, no sé cómo me mantuve durante todo ese tiempo.
Yo estaba recostado y con mis pies sobre la mesa de café.Hablamos de cosas comunes hasta que no pude aguantar por más tiempo la pregunta que atravesaba en mi garganta.
-Dicen que en las noches te escabulles en algunas casas para... ya sabes -solté de pronto enredandome en las palabras.
El silencio se instaló entre nosotros, creo que me puse de varios tonos rojos, cómo pude ser tan idiota, ella me mira fijamente y estoy esperando por otra de esas cachetadas que ella sabe dar, apuesto que lo ha hecho muchas veces a personas que la ofenden, pero entonces ella ríe, en realidad ni siquiera es una risa, son carcajadas, ella cierra los ojos y agarra su abdomen, sus risas pueden escucharse a kilómetros, levanta la mirada al techo y cubre su boca con una mano tratando de amortiguar el sonido pero es inevitable, su cuello está estirado delante de mí, esa piel se ve delicada y sensible y quiero tocarla y otras cosas más, algunas lágrimas asoman en las esquinas de sus ojos y sonrío pero no por el chiste en su cabeza, sino por verla reír, la primera vez que la vi, se veía apagada, recuerdo que eso fue lo que me atrajo de ella y verla así, definitivamente es mejor.
-Lo... siento, dejame respirar -ella inhala y exhala hasta que por fin se calma, aunque la risa le ha dado color a su rostro, su cabello baila a los lados de su cara y se ve realmente hermosa.
-Entonces... ¿Cuál es el chiste? -le pregunto curioso por su reacción.
-Leo, no puedo creer lo que la gente es capaz de pensar -ella rueda los ojos ante ese comentario- Sí me he metido a hurtadillas en la noche pero sólo a la casa de Isaac y también al cuarto de mi primer novio, pero eso fue hace mucho tiempo.
-¡Oh! -es lo único que sale de mi boca, estoy sorprendido, quizás esperaba otra respuesta pero ella interrumpe mis pensamientos dudosos.
-Verás, mi primer novio vivía solo y quería estar siempre con él, pero era una chiquilla, y con Isaac, pues a veces tengo pesadillas y no puedo dormir, así que voy a su casa, él es mi mejor amigo, como mi hermano, he dormido muchas veces con él por casualidad no te dijeron que él también viene a dormir aquí, ah y su hermano también -explica y proceso todo lo que dice, me arrepiento por pensar mal de ella, es joven, cuando era chico hice muchas cosas malas, peores que una escapada y a ella la juzgan por eso.
-Yo, en verdad lo siento, no debí pensar así -le ofrezco mis disculpas y estamos frente a frente, sus ojos brillando, una leve sonrisa cuelga en sus labios.
-No te preocupes, Leo, es bueno enterarme de lo que dicen de mí.
-Prometo no volver a dudar de ti.
-¿Seguro? -ella pregunta con esa linda ceja arqueada y esa pregunta es mi confirmación para hacer lo que mi mente pide a gritos que haga.-Tan seguro como esto.
Paso mi mano por su nuca y la atraigo a mí, nuestras bocas conectan, ella responde, es como si hubiese anticipado lo que iba a pasar y lo aceptara.
Nos besamos, quiero hacerlo suave pero su sabor me hipnotiza, quiero más de esto, es curioso como a veces la gente dice que las personas saben a fresa y cosas así, pero no distingo ningún sabor, es su boca la que me reclama y eso es lo que me gusta, la succión que ambos ejercemos en nuestros labios, el ritmo que mantenemos, la conexión, la fusión entre dos cuerpos, deslizo mi lengua y ella la acepta, es... no puedo pensar en este momento.
Mis manos viajan a su cintura y en un segundo ella está sobre mí, a horcajadas, sus piernas haciendo presión sobre mi cadera y es delicioso, mis manos quieren recorrer su cuerpo, pero no quiero presionarla, simplemente toco su cara, su cuello, el vello en su nuca está erizado, sus brazos, la piel de su cintura, me concentro en esa parte para no volar a sus muslos o a su trasero, ella deja mi boca y creo por un segundo que ha terminado, pero ella esparce besos por mi mandíbula sin importar que mi barba raspe su piel, también beso su cuello, luego estamos en la boca otra vez y los besos se hacen intensos y mi erección palpita contra mis pantalones y ella lo siente, por encima de las capas de ropa y no le importa, se cierne un poco más, apretandose contra mí, crea un leve ritmo con sus caderas, la fricción me vuelve loco y si eso me pasa a mí, no quiero pensar en lo que está sintiendo porque cada vez lo hace con mayor ímpetu y no quiero detenerla, sus manos están halando mi cabello y en ese momento sé que explota, en mis brazos, sobre mí, tirando fuerte mi cabello, se retira de mi boca, la abre ligeramente y busca aire, sus mejillas están rosas, los ojos cerrados, aún siento las palpitaciones pero no estoy seguro si son mías o de ella o ambos, la miro, detenidamente, examinando cada detalle y repasando lo que acaba de pasar.
Ella acaba de tener un jodido orgasmo, en nuestro segundo beso y ni siquiera le quité su blusa, y es la mejor sensación, ella lo tuvo físico pero el mio es emocional, verla así, sentirla así es mi gran placer.
Dejo castos besos sobre la línea de su clavícula, eso la ayudará a relajarse, por fin abre los ojos, brillan, por fin brillan, no por lágrimas, es... felicidad, quizás, o excitación, no lo sé pero me encanta, sea lo que sea.
Ella baja rápidamente de mi regazo y en segundos está de pie frente a mí.
-Leo... yo... -mira hacia todos lados excepto mis ojos.
También me levanto, me paro frente a ella, inclino mi cabeza para quedar casi a la misma altura, casi.
-No digas nada, Ali -le pido acunando su rostro para que pueda verme- las palabras suelen arruinar los momentos en muchas ocasiones, sólo pasó, quedemonos con eso, ¿Sí?
Ella inspecciona mi cara, se detiene en mis ojos, yo miro su iris azul resplandeciente.
-Creo que deberías irte -susurra y aunque lo dijo bajito pude entenderlo bien y también comprendo por qué lo pide.
No respondo nada, me inundo en sus ojos, sus labios hinchados, el leve tono rosa debajo de su oreja, una marca hecha por mí, eso le recordará lo que pasó, no lo hice a propósito pero me gusta.
Doy media vuelta y salgo de la casa, todavía con la sensación en mí, llegó al auto y desde mi asiento miro hacia su ventana, tal vez alguien nos vio, aunque esta es la hora de la siesta y el barrio se halla tranquilo y solo, nosotros tuvimos algo más que una siesta; ella sigue en el mismo lugar aunque también mira por la ventana.
¿En qué me he metido?
Acelero con esa pregunta rebotando en mi cabeza.
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FUSIÓN
Roman d'amourSu hogar fue un club nocturno, su familia strippers, su madre una de las prostitutas más conocidas de la ciudad, creció viendo sexo en lugar de caricaturas, es una completa virgen en un mundo lleno de vicios. Ella es la excepción. Él es el hijo del...