Por ti

106 7 2
                                    

La cama está llena de hojas de papel, las paredes de mi habitación, en el piso. Cada una tiene trazos diferentes.

Las recojo una por una, habían 24 en total, admiro cada línea perfectamente desordenada de lo que parece un dibujo que la verdad no entiendo.

Pero entonces me doy cuenta que es como un rompecabezas, cuando lo armo en la cama me quedó sorprendida al ver que soy yo, hizo otro retrato de mí, pero esta vez estoy acostada, dormida, los labios entreabiertos, las pestañas en su máximo esplendor, el cabello desparramado sobre mi mejilla y el colchón. Debió verme dormida para hacerlo tan similar.

Mientras lo armaba pude ver que en la parte trasera de las hojas hay letras que forman palabras, así que empiezo a darles vuelta y de igual manera como se formó la imagen se forma una frase:

"Que difícil es mirarte. Tan cerca y tan lejos por mi culpa"
Perdóname.

Es difícil no perdonarte, Leo, cuando haces cosas como éstas.

Una sonrisa tonta, cursi y enamorada cuelga de mis labios. 

Hago un extraño baile de camino al baño.

Me pongo ropa limpia para ir a su casa, no sé por qué estuve tan indecisa al momento de elegir la ropa interior, al fin y al cabo eso ni importa.

Estoy a punto de salir de casa cuando una llamada de Joe me interrumpe:

-Hola, Joe -saludo pero solo sollozos recibo al otro lado de la línea- Joe, ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

-Lina -dice Lía que parece haberle arrebatado el móvil a Joe- es tu madre.

Muchas cosas y a la vez nada pasan por mi cabeza.

Los últimos días la he notado delgada y ojerosa, dijo que era una de sus usuales dietas y no presté atención pues es muy vanidosa y suele hacerlo a menudo con grasa que es invisible para mí.

-Estamos en la clínica, ha empezado a convulsionar -gimotea.

-Voy para allá -no termino de colgar cuando estoy en mi moto rumbo a la clínica.

No sé qué velocidad llevo, sólo sé que estoy llorando, que las cosas a mi alrededor se ven difuminadas, mis peores temores empiezan a hacerse presentes.

Encuentro a la única familia que he tenido desde niña acurrucados en la sala de espera, todos están aquí.

-¿Dónde está? Quiero verla -espeto con las palabras saliendo desesperadas.

-No puedes verla, mi niña -me tranquiliza Andrew- los médicos se la han llevado a tratarla, hay que esperar.

-Llamaré al padre de Isaac, él siempre ha sido nuestro médico, sabrá que hacer -digo buscando mi celular.

-Ya lo intentamos, cariño, pero él está en un conversatorio fuera del país.

Dios mío, siento como mi garganta empieza a cerrarse, la falta de oxígeno en mis pulmones y me obligo a respirar, por ella.

Las chicas me cuentan como la encontraron, las lágrimas no cesan de caer.

¿Por qué no me di cuenta que su delgadez era fuera de lo normal? Su piel blanquecina, sus ojeras marcadas, ¿Por qué no lo vi?

Muchas preguntas se arremolinan en mi cabeza, no sé qué pensar, no puedo hacer nada ¿O sí?

Busco su número entre mis contactos y lo llamo, contesta al segundo tono:

FUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora