Lo Siento

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Leo.

-Hey, tío, gracias por no dejarme caer pero ya puedes soltarme - grita a centímetros de mi cara, su aliento cálido impacta en mi mejilla y me estremece.

Era mi primera noche en la ciudad y los chicos me invitaron a tomar, creí que iríamos a un bar, pero ésto, no lo esperaba, mujeres desnudas, tubos, y la jefa, una prostituta.

No me agradaba la idea, pero ver tanta piel latina después de años en Londres, no pude resistirme.

El club Plis, estaba lleno, hombres por doquier de diferentes clases sociales, todos pidiendo trago desesperados y esperando por las chicas, es un caos, los hombres tras la barra son lentos en servir.

Me reúno en la mesa con mis primos y otros amigos cuando veo correr a una chica por el frente, su cabello corto desordenado en un pequeño moño, muchas hebras sueltas por su rostro, su vestimenta era rara teniendo en cuenta el sitio, piernas, brazos, escote, todo cubierto y cuando se colocó tras la barra más sorprendido quedé, era la bartender y estaba así de tapada, muy extraño.

La chica sabía lo que hacía, los tipos se fueron y ella atendió a todos en minutos, calmó a la gente y servía tragos como una profesional.

La música cambió y las luces se enfocaron en el escenario, el show iba a empezar, pero no podía dejar de mirar a la chica de la barra, es decir, semidesnudas en el escenario y una monja en la barra.

Todos estaban fijos en el espectáculo y supe que era el momento para hablar con ella, quizás pedir su número.

-¿A dónde vas, primo? -preguntó Adam.
-Iré por otro trago -él me miró fijamente y luego volvió la cabeza al frente.

Caminé rápido antes de que alguien más me detuviera y ahora la tenía entre mis brazos con un ceño fruncido y una mirada furiosa en su rostro, resbaló con algo en el piso y la sostuve antes que cayera.

-Ups! Lo siento -dije mientras la soltaba pero ella fue más rápida.
-¿Quieres algo o qué? -preguntó mirándome fijamente.
-Ahm... un vodka -pase las manos por mi cabello en un gesto nervioso, ella se giró hacia los estantes y sirvió el trago, seguía todos sus movimientos, la manera como sostenía la botella y jugaba para servir.

-Chico, el vaso está en mi mano, no en mi cara -soltó y me sentí avergonzado, no supe en que momento me había entregado el vaso- va por la casa, ya sabes... por... ayudarme a no caer.

Se veía nerviosa, se esforzaba en dar las gracias.

-Ajam... -fue lo único que se me ocurrió.
-Deberías ir al otro lado, no tienes permitido estar aquí.

No sabía que decir, así que camine alrededor y me senté en una silla frente a la barra.

Ella parecía inquieta por mi presencia, miraba en todas las direcciones excepto a mí, se sentó y empezó a revisar sus uñas, bajé la cabeza para ocultar la risa que se formaba en mis labios, no fue un buen truco ya que ella escuchó y enfocó sus ojos en mí, nuestras miradas se cruzaron y parecía que la música se había detenido, sus ojos azules se veían tristes, la sombra bajo sus ojos oscurecía su semblante; mi cabeza empezó a preguntarse por su vida, ¿Por qué estaba así?, algo le faltaba, sus ojos no tenían brillo, su piel pálida, sus labios rosa entreabiertos, estaba agotada.

Ella rompió el contacto, y rebusca en las alacenas, comenzó a limpiar la barra, cuando llegó a mi lugar, lo hizo deprisa, cabizbaja y concentrada en la tarea, levanté su mentón y nuestros ojos conectaron, estaban brillantes, pero no por algo especial, estaban acuosos, lágrimas se agrupaban en las esquinas de sus ojos, quise sostenerla sobre mi pecho y detener su dolor, cualquiera que fuera, pero sólo 2 palabras salieron de mi boca.

-Lo siento.

Ella se apartó y entonces me alejé, busqué la salida, necesitaba respirar otro aire, el frío nocturno impactó en mi cara, no sé qué diablos pasó, le dije que lo sentía porque sé que algo la atormenta, y por alguna razón me duele que esté así.

Aspiro bocanadas de aire y sé que no soporto un minuto más aquí, busco el móvil y le mando un mensaje a Adam.

Algo surgió, nos vemos mañana.

Busco mi auto y salgo a toda velocidad del estacionamiento.

Alina.

Me apresuro al baño, no sé qué rayos me pasó con ese hombre, su mirada traspasó las capas que me he impuesto a lo largo de los años, mi reflejo me devuelve la mirada, mi respiración es agitada y echo agua a mi rostro, relájate, me obligo a decir.

Cuando salgo, la barra está vacía, se ha ido, el trago está intacto, lo tomo sin pensar, el líquido helado recorre mi garganta, había olvidado la sensación del alcohol en mi sistema, y lo mucho que me gusta el vodka.

Mi ánimo cambia en minutos y disfruto el retumbar de la música, suelto mi cabello y prosigo con mi trabajo.

◆◆◆

-Te quiero -susurro entre sus brazos.
Él responde con besos, cuando nos separamos me pasa la botella de smirnoff y bebo, el sol empieza a salir, los rayos se cuelan por la ventana del cuarto, tan solo de 4x4 pero encierra muchos momentos especiales.

Arrebata la botella de mi mano y sus besos se hacen feroces, sus manos aprietan fuerte mis pechos y quieren levantar mi camisa.

-Para, Nick, me lastimas -digo mientras lo empujo fuera de mí.
-Estamos disfrutando, amor -es la contestación que me da.

Sus manos bajan al botón de mis pantalones y en ese momento el miedo me recorre...

Me levanto sobresaltada, mis ojos se ajustan a la oscuridad y estoy en mi cama, en mi habitación, mi apartamento.

Un sudor frío me empapa, camino a la cocina y agarro una botella de agua, la bebo despacio, no debí tomar alcohol, eso trajo las pesadillas, me regaño y he perdido el sueño, el reloj marca las 4 de la madrugada, no puedo seguir durmiendo.

Corro al cuarto y preparo una bolsa con algo de ropa y artículos personales, en minutos estoy en la moto rumbo a mi confidente.

Apago la moto una cuadra antes para no levantar sospechas y la llevo hasta el jardín, escalo ayudándome del árbol de mango, ya me sé de memoria donde pisar.

Toco la ventana con mis nudillos y espero, un Isaac descamisado y con el pelo alborotado me recibe, le lanzo la bolsa e introduzco mis piernas, él cierra la ventana tras de mí.

-¿Qué ha pasado, mi doc? -dice entre un bostezo.
-Volvieron.

Él entiende mi respuesta y me atrae en un abrazo de oso, peina mi cabello y yo me dejo llevar.

-Estás helada, ven a la cama, ¿Cómo pudiste venir en esa moto y con esa pijama?, apuesto venías volando.

No respondo, siempre me dice lo mismo cada vez que lo sorprendo, él entiende que mi afán por venir es mayor pero no para de reprocharme.

Me carga y me lleva a la cama, el frío desaparece al sentir el calor que guarda la cama, acomoda las cobijas y planta un beso en mi frente, me hago un ovillo en la cama.

-Descansa, Lina -susurra y aprieta mi mano, nos miramos por algunos minutos, estamos frente a frente pero conservamos el espacio, solo nuestras manos están unidas, es lo último que veo, antes de caer en un sueño tranquilo.

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