FUSIÓN

Confesiones

Leo.

La rabia, la decepción, la impotencia, invaden mi sistema, quiero golpear muchas cosas, no puedo hacerlo mientras conduzco por la autopista a no se que velocidad, necesito relajarme, no puedo dejar que ella haga esto.

Los recuerdos de mi infancia vienen en espiral, Nicholas era un gran hermano, desordenado y rebelde pero un buen hermano.

Recuerdo la noche en que mi padre le dijo que se iría a un internado en Alemania, ambos tenían rabia, mi padre por la vergüenza de que a su hijo mayor lo expulsaran, las veces anteriores mi padre pasaba sumas de dinero para que él siguiera en la escuela pero aquella vez el director no aceptó sobornos.

Mi hermano estaba furioso por tener un padre que no lo comprendía, él quería libertad, ser independiente, pero mi padre no aceptaba esa vida y obviamente Nicholas respondía con rebeldía.

A la mañana siguiente no supimos de Nicholas, había escapado, se fue sin más, me dejó una nota, había un león pintado en ella y una simple frase:

"Elige tu camino, León, no dejes que otros marquen la ruta, eres el dueño de tu vida, eres el rey"
-Nick Lanham.

Aún la conservo, en su firma puso el apellido de soltera de mi madre, tanta era la rabia que tenia hacia nuestro padre.

Necesito hablar con él, aunque está grave en el hospital, la noche que estuve con esa, se puso mal, tuvieron que internarlo, su salud peligra.

Acelero rumbo al hospital.

Está más delgado, la tez pálida, una sombra oscura bajo sus ojos, me lastima verlo así, y más saber que esa tipa es la culpable de todo esto.

-Nicholas, ¿Cómo te sientes hoy?

-Mal, pero ya estoy acostumbrado, tú te ves como la mierda -contesta mientras inclina la cama para quedar sentado.

-Cómo no estarlo, saber que la chica que te destruyó, me gustaba, andaba con ella, eso es demasiado -digo con asco.

-¿De qué hablas, hermano?

-De la prostituta que arruinó tu vida, la que te metió al alcohol, drogas, todo, por esa estás en esa cama -señalo a su lecho con rabia y resentimiento.

-¿De qué mierda estás hablando, León? -pregunta desconcertado.

-De la ramera de la cual me enamoré -admito y una lágrima rueda por mi mejilla.

Saco la foto del bolsillo del pantalón y la tiro a la cama, me recuesto a la pared mientras limpio mis ojos cuando siento dos puños, aunque débiles, agarrar el cuello de mi camiseta y me estampan contra la pared haciendo que me golpeé la cabeza.

Mi hermano arremete contra mí, no entiendo nada, ¿cómo se quitó la intravenosa?

Agarro sus brazos con fuerza y lo lanzo a la cama.

-¿Qué le hiciste, Leonard? -grita con furia- responde, imbécil.

-La puse en su lugar, ella te destruyó, mírate, también intentó hacerlo conmigo, es una ra...

-No te atrevas a hablar así -me interrumpe- esta chica, es un ángel, ella no me arruinó, al contrario, yo la destruí.

Aún no entiendo lo que está pasando, pero cada vez el dolor es mayor, es sal y alcohol a la herida.

-Explícame, porque no entiendo nada -le digo exasperado.

-Explícame tú a mí cómo ocurrió esto.

No tengo la menor idea de como empezar, quizás por el principio.

-Cuando te fuiste de casa, a mi padre no lo afectó, en cambio mamá estaba devastada al no saber de ti, si comías o no, cómo dormirías, en fin... -rememoro aquellos días- ella contrató un detective a escondidas, nos enteramos que te habías ido del país, después de algunos años supimos que estabas aquí en la ciudad, estabas metido en vicios, andabas con una prostituta, alguien de calle que te volvió adicto a todo, a ella.