Durante esa semana, ni Joss ni Luke fueron a clases para alivio y preocupación al mismo tiempo de Alex.
Michael y ella fueron a su casa después de clase el primer día que faltó, pero según Liz él no estaba en casa ese día. Ni al siguiente, ni al otro. Una vez Michael se enfadó tanto que disculpándose siete veces frente a la madre de su amigo, entró de igual modo en su casa y empezó a gritar el nombre de Luke, subió por las escaleras hasta llegar a su habitación y no encontró a nadie.
Liz se disculpó frente a ellos también, pero volvió a decir lo mismo de todos los días, que él estaba realmente bien y no tenían de qué preocuparse, y que tampoco se encontraba en casa, incluso a penas fue a dormir, sólo estos tres últimos días.
Alex estalló.
— ¿¡Cómo puedes estar tan tranquila cuando ni si quiera ha venido a dormir!? ¿¡Cómo sabes qué esta bien!? —gritaba al borde del llanto. La impotencia podia con ella.
Liz sonrió, en un intento de tranquilizarlos a los dos.
— Luke esta con una persona realmente importante para él, sé que esta bien.
Michael se relajó pero Alex no sabia por qué se sentia peor que antes.
Y mientras tanto la última lágrima de Luke bajaba por su mejilla, acurrucado por el frío durmiendo sobre la lápida de su amigo de la infancia.
