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En el transcurso de los siguientes días, las cosas parecieron tranquilizarse de alguna manera. Melody y Bucky enviaban cartas, aprovechando la ilusión de que Saint Jude era casi una prisión —no por su estructura exterior, claro está, sino por el cuidado continuo de las Hermanas—, habían comenzado con pequeñas notas que se enviaban entre las muchachas que salían en dirección al mercado para las compras del día. Ambos parecían aferrarse a aquellos pedazos de papel con tinta de una forma única.

Melody los escribía por la mañana, antes de bajar a desayunar, así ni bien las Hermanas designaban al pequeño grupo de muchachas que debía salir al mercado, Melody evaluaba con quien de ellas tenía más posibilidades de que su secreto siguiera oculto y se lo entregaba. Bucky las esperaba y recibía el papel, y antes de volver, las muchachas recibían la respuesta. Pronto, Melody la tenía entre sus manos y sonreía ante la letra cursiva y para nada organizada de él.

El día anterior Bucky le había escrito que lo esperara en la cafetería donde se habían conocido, que quedaba bastante cerca de Saint Jude. Debió hablar con Martha nuevamente para que le prestara otro vestido, algo cálido para aquellas épocas cada vez heladas. Le dio uno amarillo con botones en la parte de adelante, decorado con flores blancas sobre la tela. La castaña comentó que resaltaba perfectamente su cabello y sus ojos, cosa que sacó una sonrisa a la pelirroja.

Por lo que ahora se encontraba esperando cerca de la puerta, viendo a la gente en un paseo tranquilo por la zona. Tenía el pequeño papel en la mano, con la hora y el lugar, y lo revisaba cada varios segundos como si tuviera miedo de haberse equivocado, cosa que era sumamente improbable.

—Melody— la suave y masculina voz de James llegó a sus oídos y ocultó lo mejor que pudo su sonrisa.

Giró sobre sus talones rápidamente para poder saludarlo. A pesar de que la última vez que ambos se habían visto se habían besado a modo de despedida, ahora volvían a la formalidad y sólo asentían el uno al otro con unas pequeñas sonrisas y ojos brillantes.

La tarde estaba bastante bella. A pesar de estar en otoño, aquel día podía pasar por uno de primavera. Ingresaron al lugar contando lo que había sido de ellos en los días que no se habían visto, James hablaba de Steve, su mejor amigo con admiración, notó la muchacha. Parecía más bien su hermano, su igual, por la forma de expresarse de él. Se sentaron frente a frente sobre una mesa apartada mientras él continuaba hablando.

—Lo conozco desde siempre, crecimos juntos— dijo pasando una mano por su mejilla derecha —. Tengo que admitir que es como un hermano para mi.

—Imagino que sí— respondió mirando hacia un lado —. No siempre la familia se forma por la sangre...

—¿Tú?— preguntó levantando las cejas hacia ella —¿Tienes amigos que sean familia?

—Creo que no— murmuró en respuesta con una pequeña mueca en sus labios.

Iridescent [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora