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Dejó la toalla con la que secaba su cabello a un lado, dejando caer su melena pelirroja libre por su hombro derecho. Las pequeñas gotas de agua caían libre sobre su bata de baño, unas pocas huían lo suficiente para llegar al suelo de madera.

Se miró frente al espejo, su rostro denotaba el nerviosismo que sentía dentro de ella. Intentó sonreír para ocultar aquello, pero parecía difícil. Desde que había despertado podía presentir que algo iba mal, algo no era correcto, y no podía quitárselo de encima.

No sabía a qué atribuirlo, si a que su hermana estaba cerca de ella, o al hecho de que James había dado a entender que se sumaria al ejército estadounidense para pelear contra el nacismo.

Se sentó frente al espejo incapaz de continuar en pie y comenzó a llorar. No quería hacerlo, pero necesitaba librarse un poco de esa horrible oprecion en su corazón que parecía no querer dejarla continuar. Lloró en silencio con temor que alguna de las otras chicas la oyera, en silencio porque sentía que de algún modo su hermana podría saberlo y se burlaría de ella la siguiente vez que la viera.

Pasaron varios minutos antes de que decidiera levantarse de allí para cambiarse en el vestido blanco que Bucky le había regalado. Él había recordado a la muchacha viéndolo varios meses atrás en aquella tienda, por lo que no dudó en regalárselo para la ocasión. Ya se encontraban cerca de la primavera y los días eran mucho más cálidos que los de la anterior semana, por lo que James y Steve querían aprovechar aquel día para ir a la exposición mundial del mañana.

Entró en el vestido y prendió los botones de la parte delantera frente al espejo, observando sus propios movimientos con atención. Necesitaba distraerse, su rostro podía demostrar cuan nerviosa y extraña se sentía, y estaba segura que James no lo dejaría pasar.

Esperó hasta que el reloj le marcó la hora indicada y salió de la habitación sin hacer demasiado ruido. Las últimas semanas las Hermanas de Saint Jude habían estado más permisivas, creía que por el anuncio de la guerra y los inmensos carteles que estaban en la calle invitando a todos los hombres a enlistarse para acabar con los nazis. Muchas de las chicas tenían hermanos y padres que no dudarían un segundo en enlistarse por su país, por lo que presentía que por esa razón permitían que las muchachas salieran más hasta más tarde.

Bajó las escaleras y esperó cerca de la puerta de madera, el pequeño cristal le dejaba ver hacia el exterior, pero debía pararse de con la punta de sus pies para alcanzar la altura de la puerta antigua. Las rejas del exterior estaban abiertas de par en par, pero no podía ver a nadie detenido allí esperado por ella, por lo que decidió seguir adentro unos minutos más hasta que el castaño llegara por ella.

Compartió un par de palabras con la Hermana que pasaba por allí antes de volver a mirar hacia el exterior, estirando su cuello para poder alcanzar el cristal. Una persona esperaba del otro lado, mirando hacia la calle, casi de espaldas a ella, pero estaba bastante segura de quien se trataba. Llevaba un uniforme completo de color verde claro que le hizo contener la respiración, pero no por algo bueno. Podía saber de qué se trataba: Bucky se había enlistado.

Iridescent [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora