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No podía moverse en absoluto, su cuerpo no respondía a sus propios pedidos mientras mantenía sus brazos alrededor de su cuerpo, abrazando al inconsciente Bucky Barnes como si fuera lo único real en aquel universo, porque para ella lo era. Volvió a descubrir su rostro, los cambios por los que había pasado, analizaba cada pequeño detalle con sus ojos verdes. Le molestó el brazo metálico, era algo sumamente fuera de lo que ella recordaba y le dolía completamente. También acarició lentamente su cabello largo y oscuro, éste estaba húmedo y empapó sus manos. Pero cuando quiso levantarse para sacarlo de allí, no pudo hacerlo.

No tenía las fuerzas suficientes. Había creído estar preparada para encontrarse con James, preparada para verlo de frente y sufrir por haberlo dejado. Pero no lo estaba para nada, jamás podría haberse preparado para todo aquello. Su corazón tras su pecho no dejaba de doler, afectando su respiración por completo.

Debió presionar el botón en el comunicador para llamar a María Hill quien ya estaba intentando huir de allí. La mujer aceptó su pedido y volvió en búsqueda de ambos. La castaña no podía dejarla sola después de todo lo ocurrido, y mucho menos cuando finalmente había llegado a él.

Primero la ayudó a ella a levantarse, y pronto, cuando Melody pudo recuperar un poco de sus fuerzas, ambas cargaron el cuerpo inmóvil de James al coche que había acercado la agente. El asiento trasero era demasiado pequeño para todo su cuerpo, pero lo acomodaron de la mejor manera posible antes de cerrar la puerta. Melody le explicó que con la descarga eléctrica que le dio, sumado a la humedad de sus prendas y cuerpo, estaría inconsciente un buen rato, pero que debían intentar salir de la zona lo mas pronto posible y ponerlo a resguardo.

Se sentó al lado de ella, en el asiento del copiloto e intentó estirar sus piernas que se sentían entumecidas.  María arrancó el coche sin decir nada y condujo por las calles de Washington con un poco de prisa, y mirando cada varios minutos a James a través del retrovisor. Melody intentó mantener la compostura delante de ella, pero estaba segura de que su rostro se encontraba rojizo tras el llanto.

El viaje en coche, el suave vaivén que se producía, y el silencio increíble de los tres presentes la llevó a dormirse contra el asiento por lo que parecieron horas completas. Pero cuando la voz de María la despertó, apenas había pasado más de una hora.

—Llegamos —murmuró apagando el motor del coche.

—¿A dónde? —cerró los ojos con fuerza. Estaba cansada aún y la visión era borrosa, lo que le dificultaba entender dónde se encontraba.

—Un lugar seguro, al sur —explicó rápidamente, tomando la llave del coche y abriendo la puerta a un lado—. Es un lugar nuevo, antes de lo ocurrido. Fury quería usarlo para ti desde un inicio.

—¿Y dónde es? —alejó la espalda del asiento y sintió sus huesos sonar mientras comenzaba a estirarse.

—Los subirbios de Pensilvania —cerró la puerta dejando a la pelirroja allí. Caminó alrededor del capó y se encargó de abrir la de su lado, permitiéndole bajar—. Las casas están bastante lejos una de las otras, es un barrio tranquilo y familiar, y la casa cuenta con ciertos sistemas de seguridad.

Iridescent [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora