Ciel Phantomhive
Elizabeth y Aria fueron a arreglarse, mejor dicho a intentar arreglar a Aria. Esa chica si sería un verdadero reto para Lizzy.
Me quedé leyendo el periódico, los secuestros de señoritas se mantenían presentes, y yo todavía no había tomado cartas en el asunto, debía darme prisa, si no la Reina podría molestarse.Sebastian abrió la puerta de la sala de estar y camino hacia mi.
-¿Qué has encontrado?- pregunté serio.
-Me temo que tendré que darle esa información después, tenemos invitados.- dijo.
-¿Invitados?- pregunté confuso. No me había llegado ninguna carta y yo no había enviado ninguna a nadie.
Por la puerta entró un chico rubio y de ojos azules; Alois.
-Hola Ciel, cuánto tiempo sin verte.- saludó alegre.
Entro a la habitación y se sentó en un sofá que estaba a mi lado.-¿Qué estás haciendo aquí, Trancy?- pregunté molesto.
-No estoy aquí por mero gusto, sé que, desgraciadamente, no aprecias mi presencia y no aceptas mi amistad...- dijo dolido.
-Ve al punto.- exigí.
-Eres demasiado aburrido.- suspiró.- La Reina me ha mandado una carta para que te ayude con el caso de la desaparición de señoritas. Al parecer no puedes hacer las cosas por ti mismo, Conde Phantomhive.
-La Reina no me mandó ninguna carta, además, yo solo me puedo encargar.- dije.
-Disculpe Joven Amo, pero el tiempo que estuvo ausente llegó una carta de Su Majestad.- dijo Sebastian.
-¿Estuviste fuera? ¿Dónde estabas?- preguntó Alois.
-No es de tu incumbencia.- dije.
-Mira, no sé porque me odias tanto. Solo quiero que seamos amigos.- dijo.
-Te detesto porque eres desagradable.- dije y me levanté.
-¿A dónde vas?- preguntó.
-A la sala de juegos. Estoy demasiado estresado.- dije.- Deberías venir, así hablaremos sobre el caso.
Salimos de la sala de estas y nos dirigimos a la de juegos.
-¿Juegas billar?- preguntó.
-Si, ¿sabes jugar?- pregunté.
-No, prefiero las cartas. Juguemos cartas.
Sebastian me pasó unas cartas y les dejé sobre la mesa. Alois las empezó a barajar, las repartió y empezamos el juego.
-¿Y tú mayordomo?- pregunté mientras él pensaba su siguiente movimiento.
-¿Claude? Está afuera, el y tu mayordomo no se llevan muy bien.- dijo.
Sacó una carta y la colocó sobre la mesa.
-Deja de hacerte el tonto conmigo.- dije.
-¿De qué hablas?- preguntó confundido.
-Es obvio que tú estás detrás de los secuestros.- dije.
-Mira, pensé que podrías decir eso, y no te culpo. Es verdad que aprecio la belleza, pero no me voy con cualquier chica.- dijo en tono pícaro.
-¿Cómo sé que dices la verdad?- pregunté.
-Confía en mí.- dijo con una sonrisa en su rostro.
-Gracias, pero prefiero no hacerlo.- dije.
La habitación quedó en silencio unos instantes, pero Lizzy irrumpió en ella y me corrió a abrazarme.
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El juego de la guerra.
FanfictionEn el ajedrez existen dos fuerzas, el ejército blanco y el negro, luchan en una guerra para conseguir derrotar al rey enemigo, hacen los mejores movimientos y sacrifican piezas para que los demás logren su objetivo, todo esto por órdenes del rey. Pe...