Capitulo 7

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Ciel Phantomhive

Seguimos conversando un buen rato. Todo era impresionante, las cosas de su mundo no se comparaban con las del mío.

-¿Ya hiciste la investigación del Circo?- me preguntó Aria.

-Ni me lo recuerdes.- dije.- Fue una verdadera perdida de mi tiempo.

-Yo no pienso lo mismo.- dijo Aria.- Hiciste amigos.

-Por favor, todo fue una mentira. Y lo sabes.- dije. Honestamente no me importaba.

-Puede ser.- dijo.

-¡Aunque confieso que fue muy divertido ver que murieron protegiendo algo que no existía!¿Puedes creerlo?- dije riendo. Todavía lo recordaba.- ¡Hacía mucho no me reía como ese día!

-Eso es muy cruel.- dijo.

Y era consiente que así fue.

-Las personas son crueles, debes aprender a vivir con eso.- dije.- Sí no lo eres, te vuelves débil, y no me conviene mucho serlo. ¿Captas?

-Desgraciadamente tienes razón...- dijo.- ¡Yo también puedo ser muy cruel!

Acto seguido, saltó encima de la cama y tomó una almohada para después arrojármela a la cara.

-Eres muy infantil.- dije tomando la almohada que me había arrojado.

Ella se dio la vuelta.- Eres un amargado.- dijo cruzada de brazos.

-¡Nadie dijo que ir yo no lo fuese!- dije y le aventé la almohada. Le dio en la cabeza.

-¡No es justo!- dijo Aria.

-La vida es injusta.- dije mientras me levantaba de la cama.

Seguimos peleando con las almohadas, hasta que se escuchó el sonido de una puerta abriéndose.
Nos quedamos quietos de inmediato, estaba muy agitado. Hace mucho no me divertía tanto.

-¿Qué hacen chicos?- preguntó.- ¿Estaban haciendo una pelea de almohadas? Ya están muy grandecitos para eso...- dijo con una sonrisa.

-Ella empezó.- dije señalando a Aria. No quería meterme en problemas en un lugar que no sabía controlar.

-¡Hey, eso es traición!- dijo Aria.

-Parecen niños...- dijo su madre y sonrío.- De a cualquier forma, la cena está lista. Vaya abajo y pongan al mesa.

Bajamos al comedor y Aria y yo fuimos a la cocina por unas cosas.

-¿Nosotros pondremos la mesa?- pregunté.

-Si.- dijo.

-Ese es el trabajo de un mayordomo.

-No todos los mayordomos pueden hacer lo mismo que el tuyo.- dijo.

-Ah, es verdad.- dije.

Llegamos al comedor, y como yo había dicho el mayordomo ya había puesto la mesa. No había comida, pero la mesa estaba puesta.

-¿Por qué has puesto la mesa Charles?- preguntó Aria.

-Ese es mi trabajo.- dijo y se retiró.

-Te lo dije.- recodé.

Nos sentamos en la mesa a esperar la comida e instantes después llegó la madre de Aria. La comida se sirvió y cada quién comió de su plato.

-Y dime Ciel, ¿Hace cuánto vives aquí?- preguntó mi madre.

-Desde que era pequeño.- dije.

-Me parece genial que puedas convivir con la naturaleza de esa forma, no como mi hija, es enemiga de estar al aire libre, la traje casi a rastras.- dijo su madre y soltó una risa.

El juego de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora