Capitulo 13

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Ciel Phantomhive

Aria salió de mi estudio y yo me quedé revisando unos documentos.
Descarté los asuntos de la empresa, y fui directo con las cartas. Solo había una y era de Su Majestad.

"Mi querido niño;

¿Cómo has estado? Espero que bien, por mi parte he estado de maravilla, hoy vinieron mis nietos y preparamos un pastel de chocolate, no pude evitar recordarte, sé que es tu favorito, te guardé un poco para la próxima que vengas a visitarme.
Cambiando un poco de tema, ¿cómo vas con la investigación de los secuestros? Me tiene realmente preocupada, ya van más de 50 y no puedo evitar sentirme mal por todas las familias afectadas y las señoritas, te lo encargo, confío en ti mi niño.

Con cariño, Victoria."

Con la llegada de Aria no le había prestado la atención suficiente al caso, debía poner manos a la obra, ya me estaba demorando demasiado y no quería perder la confianza de la Reina.

-Sebastian, investiga posibles sospechosos de las desapariciones.- ordené.

-¿Quiere que incluya al Conde Trancy?- preguntó.

-Ponlo como principal sospechoso.- dije.

Sebastian desapareció por la puerta y después de un rato hice lo mismo, miré por una de las ventanas y noté que de verdad estaba anocheciendo.
Debía encontrar a Aria para acompañarla a su casa.

-¡Meyrin, Bard, Finny!- grité.

Al instante llegaron corriendo los tres sirvientes, parecían nerviosos.

-¿Q-qué su-sucede Joven Amo?- preguntó Meyrin.

-Busquen a Aria, debe volver a su casa y está oscureciendo.

Todos se miraron entre sí. Ocultaban algo.

-¿Sucede algo?- pregunté.

Finny dio un paso adelante y me miró temeroso.

-Verá Joven Amo, estaba en el jardín arreglando unos arbustos cuando vi al Conde Trancy y su mayordomo.

-Soy consiente de que estaban en la mansión.- dije.

-Pero el problema es que no estaban solos... El mayordomo llevaba en brazos a la señorita Aria... Y ella parecía inconsciente.... Traté de correr para detenerlos, pero el mayordomo me ganaba por mucho y se me escaparon...- dijo.- ¡Lo-lo siento mucho!... Waaah...- y sé puso a llorar.

-¡¿Se llevaron a Aria?!- pregunté, no me lo creía, sabía que Alois no traía nada bueno.

El chico asintió. ¿Ahora qué le diría a su madre? Miré, un Conde del siglo XIX y su mayordomo demonio secuestraron a su hija. No puedo decirle eso.

-Meyrin, tengo algo que pedirte.- ella volteo a verme y asintió.- Ponte tu ropa más simple, puedes usar tu pantalón viejo.

-¿De verdad?- dijo emocionada.- Pero, ¿por qué?

-La madre de Aria no debe saber que fue secuestrada, te harás pasar por mí tía y le dirás que se quedará a dormir en la casa.- dije.

Se retiró y yo me quedé esperando. Debía darse prisa, no tenía que anochecer.

Después de unos 5 minuto llegó, con un pantalón color caqui y una camisa blanca, no llevaba sus lentes puestos y llevaba su pelo suelto.
Se veía igual que cuando la habíamos encontrado Sebastian y yo.

-Lista Señor.- dijo.

Salimos de la casa y nos adentramos en el bosque. Le explique lo de las dimensiones y los mundos diferentes, debía saber cómo actuar.

-No debes decirle a nadie nada sobre esto.- dije.- Es una orden.

-Mi boca es una tumba.- dijo y siguió caminando.

Llegamos a la mansión Ravenscroft, tocó la puerta y la madre de Aria salió al instante.

Me miró y me dedicó una sonrisa.

-Hola Ciel, ¿Y esas pintas?- preguntó. Me miré y noté que llevaba puesto mi ropa normal.

-Ah... Es que Aria y yo estábamos jugando a disfrazarnos.- dije. Qué mala mentira, pero al parecer la creyó.

-Mucho gusto, soy Meyrin Phantomhive. La tía de Ciel.

-Es un placer.- dijo y extendió su mano, Meyrin se la estrechó.

-Aria se quería quedar a dormir en la casa de Ciel, pero le dio vergüenza venir, así que aquí me tiene.- dijo Meyrin.

-Ay, Dios mío con esa niña, siento haberle ocasionado molestias.- se disculpó su madre.- Pero si, si usted está de acuerdo puede quedarse. Se la encargo.

- No será ningún problema.- dijo y se despidió.

De regreso a la mansión Sebastian ya estaba en el jardín esperando.

-Aria desapareció.- anuncié.

-De eso quería hablarle, la he encontrado.- dijo.- Al parecer el Conde Trancy la secuestro.

-Soy consiente de lo que sucedió. Ahora debemos ir por ella. Meyrin, puedes volver a la mansión, y por favor dile a Finnian que deje de llorar.- dije.

-A la orden.- dijo y se retiró.

Sebastian me tomó en brazos y se puso a correr hasta llegar la mansión Trancy. Normalmente hubiera ido en carruaje pero dadas las circunstancias debía darme prisa, quien sabe qué cosas tan terribles estaría viviendo tras las paredes de ese lugar.

Aria Ravenscroft

Me quité la ropa que llevaba puesta, no por darle en gusto de cambiarme, estaba toda llena de lodo de la parte de abajo. ¿La razón? La desconocía.
Miré el armario y vi un vestido morado, llegaba arriba de la rodilla, no había ningún par de medias o algo por el estilo, tenía detalles negros en el cuello y unos botones por la parte del pecho, era de manga larga y me llegaba hasta las muñecas, en esa parte se podía observar un lindo encaje negro.
Abajo había varios pares de zapatillas, como no sabia andar en ellas, elegí las más bajas de todas, todas de color negro.
Me puse todo y me miré en el espejo, no me veía tan mal, había un lindo tocador y algunas cosas de maquillaje, tomé un brillo labial y puse rímel en mis pestañas, no quería mostrarme débil. Debía actuar con naturalidad.

Salí de la habitación con paso decidido y llegué al comedor, ahí estaba servido un banquete entero. No entendía porque, si solo los que comeríamos seriamos Alois y yo.

-Buenas noches.- dije al llegar.

Alois alzó la vista y me miró.

-Vaya, sabía que vendrías a cenar. Ese vestido no te queda nada mal.- dijo y por instinto me acomodé el escote.

No me gustaba usar escote, pero ese fue el vestido más decente que encontré los demás eran demasiado vulgares para ser un vestido de esa época.

Me senté en un silla lo más lejos de él.

-¿Me tienes miedo?- preguntó.

-No.- dije.

-¿Entonces porque  no te sientas más cerca mío?- preguntó.

-Gracias, pero pasó.- dije.

Alois iba a decir lo más, pero yo ya lo estaba ignorando y había comenzado a comer.

Él hizo lo mismo y nado hablo por varios minutos.

-No te molestes, ¡imagina que somos amigos y que te invité a un pijamada!- dijo.

-Podría hacerlo, pero; 1. No somos amigos. 2. Esto no es una pijamada.
3. Me secuestraste.

-Creo que deberíamos empezar de nuevo. ¿No lo crees?

El juego de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora