Capitulo 3

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Aria Ravenscroft

Tomé mi celular y mis audífonos, por suerte tenía música descargada y no necesitaba de internet para escucharla.
Salí de la mansión y me encaminé a explorar los alrededores.
Justo a los lados de la mansión se encontraba un bosque, en la entrada había un jardín que se partía en dos para dejar ver un camino que daba con la puerta.

Estuve un rato sentada en el césped del jardín, pero me aburrí. Debí de haber llevado un libro.

Como mi madre me había dado permiso de explorar los alrededores me levanté y se me ocurrió que sería una buena idea adentrarme un poco en el bosque, tal vez lograba encontrar vecinos, cosa que no creía, pues no es una zona muy común para vivir.

Caminé al rededor de 10 minutos y no encontraba nada, me había puesto los audífonos y escuchaba Born to die de Lana del Rey, la luz del día se traspasaba a través de las hojas de los árboles y la brisa del viento me golpeaba en la cara, hacia algo de frío, aunque mi sudadero negra desvanecía ese efecto en el clima.
Como no encontraba nada decidí que lo mejor sería regresar, capaz se hacía de noche y me perdía. Pero justo cuando estaba a punto de darme la vuelta un aire de aventura me invadió.
Seguí caminando, menos de 2 minutos y encontré una casa. Me paré a observar mi entorno, era una mansión, había un jardín muy lindo y bien cuidado, yo estaba a un lado de lo que parecía un lateral del jardín.
Iba a continuar observando aquel bello lugar, pero una voz interrumpió en mis pensamientos.

-Disculpe señorita, ¿se le ofrece algo?- dijo una voz dulce.

Yo había escuchado esa voz alguna vez, pero no lograba recordar dónde.
Me di la vuelta y vi a un chico de grandes ojos y cabello rubio. Me miraba con una expresión inocente.

-¿Finny?- pregunté, más para mí que para alguien más.

-¡Ehh! ¡¿Cómo es que sabe mi nombre?!- preguntó el chico alterado.

Yo me quedé boquiabierta. No lo creía, era un personaje de Kuroshitsuji.

Una chica llegó y se paró al lado de Finnian.

-¿Qué te pasa, Finny?.- preguntó, no había notado mi presencia.- ¿Quién eres tú?- preguntó cuándo se dio cuenta de que yo estaba parada enfrente de ellos. Al instante sacó una pistola y apuntó directo a mi pecho.

-¡No me mates, por favor! ¡Yo solo pasaba por aquí!- supliqué.- Por favor, Meyrin... No quiero morir tan pronto.- dije, me estaba muriendo del miedo.

-¿Cómo sabes quién soy?- preguntó, aún apuntándome con la pistola.

-¡Te lo puedo decir, pero por favor baja el arma!- estaba a punto de llorar, no soportaba la idea de que me apuntasen con un arma de fuego. Me petrificaba.

-Meyrin, creo que deberías dejarla. Parece decir la verdad.- dijo Finny.

-Ya oíste lo que nos dijo Sebastián; no debemos bajar la guardia, ella puede ser una espía de la mafia Italiana.- dijo.

-No pertenezco a ninguna mafia.- dije.

-Hay que llevarla con Sebastián. Él sabrá qué hacer.- dijo Meyrin.

Finny me indicó que los acompañara con un gesto de la mano y no me quedo de otra que obedecer, ellos tenían armas y una fuerza sobre humana y yo sólo tenía lo poco que me quedaba de dignidad.

Entramos a la mansión e inmediatamente voltee a ver hacia todos lados, siempre había querido estar allí.

-Mire hacia el suelo. Si no obedece me temo que tendré que vendarle los ojos.- dijo Meyrin.

El juego de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora