Capitulo 17

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Ciel Phantomhive

Al notar que Aria se había quedado dormida, salí de la habitación y me dirigí a la mía, me recosté en la cama, pero sin embargo no lograba dormir, esas palabras no dejaban de dar vueltas por mi mente, no lo había imaginado, alguien me había hablado, pero ¿quién?, ¿a qué se refería con exactitud? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta, varias hipótesis, muy poco tiempo.

De lo único que estaba seguro acerca de aquello era que tenía relación con la profecía. Aria y yo somos los descendientes de las familias que se involucran, pero no entendía el porque hablaba de tres anillos, ¿tal vez hacía referencia a tres líderes de familia?
¿Quién podría ser el tercer involucrado?

Mis ojos comenzaron a pesarme, debía dormir, tenía que despejar un poco mis ideas, unas horas de sueño no me vendrían nada mal.

A la mañana siguiente, sentí los rayos de luz del sol en mi cara, abrí mis ojos poco a poco, Sebastian había abierto la ventana de mi habitación, estaba parado al lado de la cama, con una bandeja de plata con una taza y un plato.

-En cuanto baje a desayunar entrégame la lista de los posibles sospechosos de los secuestros.- ordené.

-Como ordene.- respondió Sebastian.

Me entregó la taza, bebí del té, hacía tiempo no tomaba té tan tranquilo, desde la llegada de Aria todo se había tornado complicado.
Terminé mi té y se lo entregué.

Sería un día muy apurado.

Aria Ravenscroft

Desperté, me levanté de la cama, me acerqué a la ventana y corrí la cortina, era muy temprano. Me senté al borde del colchón, recordé mi pesadilla de anoche, Ciel había estado conmigo en la habitación, y eso no fue parte de la pesadilla, eso de verdad pasó.
¿Qué iba a hacer? No tenía cara para aparecerme como si nada después de eso... Qué vergüenza.

Estaba pensando sobre cómo podría reaccionar Ciel, pero me distraje, alguien estaba tocando la puerta.

Me dirigí a esta y la abrí, afuera estaba Meyrin, llevaba un vestido en los brazos.

-¡Bu- buenos días, señorita!- dijo.- Lamento mucho interrumpirla, pero el Joven Amo me ordenó que me consiguiese un vestido.

-¡Oh, muchísimas gracias!- dije y le dediqué una sonrisa.- Adelante, pasa.

Entró a la habitación, dejo el vestido sobre la cama.

-Bueno, entonces si me lo permite déjeme ayudarle a cambiarse.- dijo.

-Eh... La verdad es que no hay problema, yo puedo hacerlo sola.- dije nerviosa.

-¿Cómo se pondrá el corsé por cuenta propia?- dijo.

-Entre tú y yo, no uso corsé.- dije.

-¿Habla en serio?, vaya, pues yo siempre la veo bastante delgada.- dijo ajustándose los lentes.

-Gracias.- dije.

Estaba saliendo de la habitación, cuando se dio la vuelta. Parecía nerviosa.

-Se-señorita, sé que voy a sonar indiscreta, y créame, es lo que menos quiero. Pe-pero anoche estaba en la cocina, y escuché a alguien gritar... Se escuchaba como usted.- dijo.-¿Le sucedió algo?

El juego de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora