-Será mejor que no entres a ver a mi hijo -me dice ella.
-Sra. Yo lo quiero -le digo con la mejor intención.
Ella mira hacia arriba y se queda pensando supongo. Me mira y suspira. Se apoya en la pared y se coloca el pelo detrás de la oreja.
-Esta bien, entra -me dice señalando a la habitación.
Yo le hago un gesto afirmativo y le doy las gracias.
Cuando entro Alex está tumbado y mirando al techo llevo un par de minutos en la habitación y no se ha dado cuenta hasta que decido avanzar.
-Diana -dice sentándose en la camilla- ¿estas bien? -y me da un beso.
-Si, bueno mas o menos.
-¿Mas o menos? -Y se rie- Te quiero muchísimo- y me vuelve a besar- oye.. Quiero que sepas que..- y lo interrumpo.
-Que sepa que tu no tuviste la culpa del accidente sino el capullo que no iba a en su carril -digo y el abre la boca en modo de sorpresa.
-¿Como lo sabes?
-Porque aunque he estado "inconsciente" yo escuchaba todo, todo lo que hablaban cerca de mi -le digo y sonrió sin ganas.
-¿Entonces...a mi tambien me escuchaste, todo lo que dije?
-Por supuesto que si mi amor -le digo.
Me abraza y en ese momento entra su madre.
-Veo que interrumpo -dice ella.
-Claro que no mama -Contesta Alex y yo intento quedarme fuera de escena, pero no me lo permiten.
-¿Como estas? -pregunta su madre refiriéndose a mi.
-Emmm... Bueno estoy -y me río, ella sonríe.
-Me alegró -me contesta.
Me bajo de la camilla y su madre me indica que me siente en el sillón que hay justo al lado de la camilla si lo deseo, y como me cuesta estar de pie aceptó su oferta.
-Puedes venir a ver a mi hijo cuando quieras -me dice ella- siento haberme comportado antes así contigo, ya sabes que puedes volver cuando quieras.
-No tiene importancia, y muchas gracias -le digo y le regalo la mejor de mis sonrisas.
-Por tu parte no será tan fácil Diana -dice Alex mirándome y la verdad no lo entiendo.
-¿Que? - pregunto intrigada.
-Tus padres no van a permitir nuestra relación.
En ese momento apoyo mi cabeza en el espaldar del sillón y suelto un intenso suspiro bajo la mirada de Alex y de su madre. Me miro el brazo y veo como los antibióticos que están entrando en mi vena circulan sin ningún obstáculo que se interponga en medio, que fácil lo hacen. Ojala la realidad fuera así de sencilla. Y lo sería, claro si tuviera unos padres mas comprensivos. Miro a Alex. Está guapo hasta con la bata de este maldito hospital, y le regalo una sonrisa.
-Deberías hablar con ellos -sugiere su madre.
-Ya lo he echo, y se que ellos no lo van a aceptar -miro a Alex y veo que se incorpora en la camilla - Si te tumbas estarás más cómodo -le digo, y al final termina por volverse a tender en la incomoda cama.Llevo 45 minutos en la habitación de mi novio, y aún nadie ha venido a reclamarme por lo que es buena señal. Nadie se ha percatado de mi ausencia. Me despido de el con un pequeño y apasionado, pero a la vez dulce beso en los labios y salgo de la habitación como puedo, porque cada vez siento mas pesadas las piernas y sinceramente me estoy empezando a preocupar.
Llego a la habitación y observo al hombre que habló conmigo, parece que le cuesta respirar. Llegó hasta mi camilla y me tumbo, y me saco del pequeño bolsillo de la bata el móvil de Alex. Si. Me lo ha dejado para que haga las llamadas que necesite, ya que el mío murió en el accidente por lo que el me ha dicho. Lo saco y veo que de fondo de pantalla tiene una dulce foto nuestra que nos hechamos si mal no recuerdo hará 3 semanas, en la que yo salgo horrorosa ya que como siempre estaba regañándole porque me había hecho que colgase el teléfono, muy típico de el. Mierda. Tiene contraseña y no se la he preguntado. Bueno voy a probar suerte.
-Sii -grito en voz bajita.
La he acertado sabia que no podía fallarla. Busco en su lista de contactos a Paula. Hay dos, mierda ¿cual es? Seguro que será la segunda porque por instinto cualquiera llamaría a la primera y no seria, así que decido echar la suerte y llamo a la segunda.
Al quinto tono me coje el teléfono.
-Hola Alex -se escucha una voz femenina al otro lado de la linea como era de esperar pero esta voz no es la de mi Paula, y al ver que mi respuesta tardaba, vuelve a hablar -me ha resultado muy rara tu llamada, pero digo igual necesita algo -y se ríe.
-Lo siento no eres la que buscaba -le digo en tono cortante.
-Alex...? -y parece sorprendida- ¿donde esta Alex? -pregunta a la vez que yo cuelgo.
Pues ya sé que tiene que ser la primera, desde luego la suerte no es que me acompañe, pero rápidamente miro a mi alrededor y me corrijo. Si, si que me acompaña, porque en estos momentos podría estar muerta y no lo estoy.
-Dime Alex -dice Paula (mi Paula) a través del móvil, que sorpresa le voy a dar.
-Ja, has fallado, por una vez en la vida -y me río de modo que ella lo pueda escuchara.
-Di.. Di.. - y no le da tiempo a terminar, cuando rompe a llorar y me contagia a mi.*Paula*
-Ja, has fallado por una vez en la vida- me dice una voz de chica cuando en realidad, lo que esperaba era oír la voz de Alex. Y esa risa... No no puede ser. Diana está inconsciente. ¿Pero quien mas ha podido llamarme desde el móvil del novio de mi amiga? Y además quien tiene esa risa que se le contagia a cualquiera con solo escucharla una milésima de segundo aparte de Diana, nadie.
-Di...Di... -y no me salen las palabras ni de la boca, y ya empiezo a llorar, antes de dejarla terminar comienzo a hablar de nuevo pero esta vez con mas firmeza- no sabes cuanto te he echado de menos, cuanto llevaba esperando una llamada que me dijese Diana está bien, o que me dijese nena preparaté que ya mismo estamos otra vez de fiesta. Sabia que te pondrías bien, que eres fuerte, y que todo lo ibas a superar, por muy complicado que te lo pusiese la vida -y entonces ella rompe a llorar también- no me podías dejar sola en este mundo, porque desde pequeñas hemos estado juntas y hasta que seamos viejitas lo estaremos. Sabia que te unas a despertar en un momento u otro, y esa esperanza siempre ha estado viva dentro de mi, porque puedes contra todo, y lo has demostrado - y cuando termino estoy hasta sin aire.
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Mitades Perfectas
Dragoste¿Creeis en el amor a primera vista? Diana tampoco hasta el día en el que su media mitad apareció en su vida.