El dia despues del beso

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Draco se encontraba sentando frente al escritorio del Director en aquel inmenso despacho. Miró a su alrededor con impaciencia contemplando todos aquellos objetos que allí había. Estaba solo. El director, luego de descubrirlo lo mandó allí mientras él llevaba a Hermione con Snape. Estaba seguro que el profesor no lo delataría pero que, como había anunciado, tampoco intercedería por él para ayudarlo en aquella situación. Y él tampoco se defendería a sí mismo. Sabía (aunque no le gustara admitirlo) que se merecía una fuerte reprimenda y un buen castigo por lo que había hecho. Tendría que haber aceptado las palabras de Snape y no darle aquella poción... pero no lo hizo, y, para agrandar aún más su error, se aprovechaba de Hermione de aquella manera.

¡Por Merlín! ¡Había estado a punto de acostarse con ella! Eso había sido como... violarla porque sabía que Hermione estaba actuando bajo los efectos del Modelus amorte. Pero a este hecho había que sumarle que, a pesar de sentirse fatal, había disfrutado como un condenado aquellos momentos y que desde un principio la idea de contenerse había sido absurda.

Las puertas del despacho del director se abrieron dejando entrar al anciano. Sin decir nada, caminó hasta el otro lado del antiguo escritorio y ocupó la silla. Inclinó levemente la cabeza y miró por sobre sus anteojos con forma de media luna a Draco.

-Comienza a contarme lo que sucedió- le pidió con calma.

Draco lo contempló en silencio sin saber muy bien qué decir. No quería defenderse pero su orgullo, siempre latente, le impedía declarase culpable. Y tampoco podía comenzar a relatar como si fuera un cuento erótico lo que había sucedido entre ella y él. ¿A caso le pedía detalles?

-¿Cómo está Hermione?- preguntó sin contestar el pedido del director,

-La señorita Granger se encuentra en este momento en la enfermería, llorando y maldiciéndome por haberlos interrumpidos y anunciando a gritos, haciendo que casi todo el castillo se entere, lo hermoso que son sus ojos y lo... bien formado de su cuerpo, por decirlo de alguna manera.

Draco enrojeció. Definitivamente, nunca más en su vida, jugaría de ese modo con pociones que no comprendía del todo.

-El profesor Snape se está encargando de darle una poción que ayude a volverla a la normalidad. Creemos que su estado ha sido inducido por una pócima llamada Modelis amorte. ¿Sabe usted algo de eso?

Draco permaneció en silencio.

-Como, al parecer, se niega a darme una respuesta a esto debo suponer que usted es el culpable. Se le asignará un castigo, retirarán cincuenta puntos a su casa y se le anunciará a sus padres lo que ha hecho mediante una carta.

Ante esto último Draco empalideció.

-No, por favor, no se los diga- rogó- Mis padres me matarán si se enteran de que estuve con Granger.

No temía demasiado por él, sino más bien por las represarías que podían llegar a tomar ellos con Hermione.

-Le diré... lo que sucedió.

Dumbledore lo miró sin ocultar su asombro.

-¿Está dispuesto a confesar con tal de que sus padres no se enteren que usted estuvo con la señorita Granger?

-Sí- aseguró.

-Dígame, señor Malfoy... ¿Por qué estaba con la señorita Granger si supuestamente la odia?

-Eh... yo... la amo.- musitó.

-¿Disculpe?- preguntó el anciano pensando que había oído mal.

-La amo- repitió Draco un poco más alto.

Dumbledore lo miró fijamente durante unos segundos y luego lanzó una carcajada llena de alegría.

Enamorando a HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora