Capitulo.3

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Después de hablar un rato con los chicos me fui al médico, realmente ya empezaba a sentir el ardor. Pero, a pesar de todo, mi corazón se sentía en calma al pensar en ese cálido abrazo que me brindaba protección y preocupación.

—Hola, buen día... O tardes— Empuje la puerta de la sala de enfermería a la espera de obtener respuestas que nunca llegaron. Asome mi cabeza para echar un vistazo y efectivamente, no había nadie.

Para suerte en estos casos había un botón fuera de la sala para avisar al personal que había alguien esperando.
Lo presione y me senté en las hileras de metal frías, jugando con mis pies en lo que llegaban.

Pero nuevamente esa sensación de incomodidad me invadía. Sentía que el corazón se me encogía y por alguna extraña razón había algo del ambiente que no me gustaba.

Tire mi cuerpo hacia atrás, elevando mis brazos y estirando mi espalda para aliviar la tensión. Podría irme, pero quería que validarán mi seguro.

Honestamente, no iba a pagar por algo si se me ofrece el seguro para cubrir los gastos.

Me pare cruzando el gran corredor hasta topar con la ventana viendo el paisaje, hasta que mis ojos se detuvieron y lo que vi solo me hizo sudar frío.

Había un hombre, en cuclillas sobre la rama de un inmenso árbol justo en los patios de reposo donde pasaban los alumnos. Encapuchado el cual volteaba hacia mi piso.

Su apariencia y la sensación que me daba no era algo normal. Frote mis ojos con la esperanza de que quizá los golpes ya me habían dejado lo suficiente atolondrada y ahora alucinaba.

Y Así fue, cuando recobre el enfoque y volví a mirar, ya no había nadie.

Giré mi cabeza en dirección al pasillo y ahí venía a lo lejos la enfermera.

—¡Por fin! — Me acerque a ella saludándola a la distancia y recibiendo de su parte una mirada de preocupación al ver mi estado.

𝑳𝒐𝒔𝒕 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora