Capitulo 22

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Justo cuando la tensión subía entre Hazael y yo porque me estaba retando a no obedecer algo golpeó abruptamente la ventana.

Volteamos a ver y era Aaron completamente mal herido.

Corrí a socorrerlo pero Hazael me sujetó con fuerza del brazo.

— No lo hagas.—

— ¿De que hablas? ¡Sueltame! — De nuevo la piel se me oscurecía y por el alboroto Brian salió del baño.

— Oye niño bonito, ya oíste a la dama, sueltala.— En el baño había dejado las pertenencias de él, eso incluía sus armas. Hazael sabía que no estaba en ventaja, era consciente que estaban bendecidas para matarlo, así que finalmente me soltó.

— Bien, pero no digas que no te lo advertí. — levantó ambas manos y retrocedió aún siendo apuntado por Hoodie.

Corrí desesperada hacía Aaron abriendo el ventanal y arrastrándolo a la casa.

— ¡Aaron, Aaron! — La sangre caía a chorros.

— S-Shara necesito que escuches. — Estaba moribundo pero aún así ocupaba sus fuerzas para aferrarse a mis brazos.

Tenía mis ojos vidriosos, era la única persona que me quedaba en memoria a mi madre y a quien quiero con todo mi corazón.

— Dime, ¿Que sucede? — Sentía que la voz se me partía y el corazón se me estrujaba.

— Ya viene, ya está aquí. — Dijo volteando hacia Brian y Hazael. — Él, está maldito. —

Hoodie volteo a verlo con un claro desconcierto en sus ojos, estaba pálido. Y gracias a su descuido el ángel lo aventajó sacándole el arma y sujetando su cuello para apretarlo.

— ¡Te lo dije! ¡No puede vivir, tiene el mal adentro! — Estaba en Shock, la fuerza de Hoodie no era nada en comparación a la del ángel.

Veía como lo levantaba ahogandolo.

Mis manos estaban manchadas de la sangre de Aaron, no sabía que hacer. Mi corazón estaba desbocado de puro coraje e impotencia.

Se sentía como aquella vez con Slenderman.

La piel de los brazos se me colorada, las venas me sobresalían y consigo las marcas de mi maldición también. Rápidamente los ojos se me tornaba negros y la respiración exhaltada.

— ¡Te dije que lo sueltes! — Grité.

Justo cuando se acercaba para actuar en contra de Hazael un disparo ensordecedor pretrifico a todos.

De hoodie comenzó a escurrir una viscosidad negra por sus ojos, sujetaba una segunda arma  por debajo.

El ángel se desplomó y comenzó a jadear en el piso ahogándose en su propia sangre. Le había dado justo en el abdomen.

— ¡Hoodie espera! — Múltiples detonaciones fueron hacía el cuerpo de Hazael haciéndolo rebotar para asesinarlo.

Estaba horrorizada pero aún con el trance cargué en brazos a Aaron yendo hacia la salida de la cabaña.

Pero otro disparo hizo eco en el lugar. Atravesó mi carne reventando músculos y dejando un decanto incesable que crecía por mi pierna.

El peso me venció y, Aaron ya también moribundo, cayó al piso.


Un fuerte alarido se escapó empobrecido. Me sujetó del cuello arrastrándome al medio de la casa. El cañon caliente del arma ahora cocía la piel de mi mano izquierda y de nuevo jalo el gatillo.

Todo el piso estaba esparcido entre la sangre de Aaron, Hazael y la mía.

¿Acaso así moriría?

No, no puede ser así.

No.

Grite en gruñidos de fortaleza para tratar de sacarlo de encima mío, pues apesar de todo la fuerza brutal que parecía era increíble. Adolorida finalmente el coraje me desequilibró.

Estaba fuera de si misma.
Se quitó al hombre empujándolo hacia atrás haciendo que cayera sobre una mesa de cristal quebrando todo.

Él se reponía con rapidez y nuevamente se abalanzó sobre ella tomando entre sus manos un gran trozo del cristal sin importar si rebanada su propia mano. Le apuñaló la espalda en múltiples ocasiones haciendo tajos verticales para desgarrarle la piel.

Rápidamente se giró lo sujetó del rostro pese a los rasguños que le estaba dando y nuevamente lo aventó con extrema fuerza contra los sillones haciendo que se quiebren del impacto y que el hombre escupiera sangre.

Aprovecho que estaba tumbado para huir. Con las heridas que tenía, si continuaba moriría.

Jadeaba con terror, tomo rápidamente los frascos del cadáver de Hazael y huyó lo más rápido posible, no entendía nada, estaba traumatizada.

Todo había pasado en un abrir y cerrar de ojos. No hubo tiempo para llorarle a ninguno de sus compañeros, debía encontrar un escondite y sanarse.



Estaba deprimida, ¿Que más faltaba?

Estaba harta, harta y cansada.

Había pasado más de 3 semanas desde el incidente y había pasado a vivjr cómodamente a tener que estar en hoteles de paso, sin poder establecerme por el temor a que me encontrace.

Repase el escenario reviviendo el trauma una y otra vez para entender que era lo que sucedía. No tenía sentido que el asesino actuará así de la nada, ¿O sí?

Pensé y pensé, hasta que ese nombre aterrizó en mi mente.

Zalgo.

¿Qué quería de mi? ¿Qué era lo que sucedía?

Tenía el juicio nublado, estaba maniática y no podía dormir.

Sabía poco o nada. ¿Realmente Hazael me dijo toda la verdad? ¿Omitió detalles que ahora me estaban costando la vida?

Me di golpes con las palmas de las manos en la frente. Ya no lo soportaba.

𝑳𝒐𝒔𝒕 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora