Capitulo 11.

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Había corrido tanto que los pies me sangraban. Tenía la boca seca y el estómago me dolía por falta de alimento.

¿Cómo termine así?

Llegue a un estanque de mediano tamaño. Estaba tan lindo, las piedras perfectamente herocionadas, la flora a su alrededor y las luciérnagas solo resaltaban la belleza que producía el agua en tranquilidad.

Incluso los peces eran preciosos, la luna los bendecía con la gracia de su brillo.

Me desplome utilizando mis últimas fuerzas para estar más cerca del relajante ruido del agua y finalmente me dormí.

Shara Mirrow, con tan solo 6 años de edad ya estaba más cerca de lo que está ahora de lo inexplicable. Desde su niñez fue una niña particularmente especial, sus actitudes no eran las de un infante normal.

Decía que habían seres similares a las sombras que se movían entre la oscuridad observándola a lo lejos y se perdían en el bosque.

— ¡Aaron! ¡Aaron! — Gritaba con inocencia, corriendo de aquí para allá a algo que claramente su madre no veía.

Siempre jugaba con este ser producto de su imaginación. Decía que se hacían promesas, que cuando fuera grande sería fuerte, muy fuerte.

Su madre aveces le preguntaba por él. Estaba alarmada pero trataba de no juzgar demasiado a su pequeña y entenderla.

Decía que aquel chiquillo era alto, a pesar de que ambos aparentaban la misma edad. Y que no era para nada a cualquier otro humano, la descripción que la niña le daba era de un demonio muy bello.

Incluso le llegó a enseñar una escopeta que le fue obsequiado a pesar de su apariencia tan infantil. Él le dijo que era un supuesto regalo del cielo antes de que descendiera al inframundo

— ¿Sí mi vida, y que te decía? — Su madre cocinaba tranquilamente mientras la pequeña le platicaba de su nuevo amigo.

— Mami, cuando sea grande ¿Me podré casar con él? — Sus ojos grandes bañados en inocencia miraban hacia arriba buscando respuestas.

— Mi niña preciosa, ¿No crees que estás muy chiquita para pensar en esas cosas? — La cargo entre sus brazos riendo con ella y jugando.

Con el paso del tiempo su madre enfermaba y la poca familia que le apoyaba solo estaba a expensas del legado y el beneficio monetario que esa mujer dejaría como limosna. Pues en las buenas y en las peores, ni siquiera su marido se quedaba por amor.

Tenía una terrible enfermedad degenerativa avanzada. A pesar de aún ser relativamente joven, su estancia en este plano sería fugaz.

El mundo de la pequeña niña se tornaba gris, idas y venidas al hospital. Noticias peores a las anteriores y la desesperación, culpa que un pequeño no debería de cargar.

No pudo vivir una infancia tranquila después del incidente. No importaba cuanto le rezaba a su dios, ella sentía que no la escucharía.

Pero la vida y la muerte son dos enamorados. Una siempre viene detrás de otra.

Con 10 años tuvo que asimilar el dolor de un padre abusador, una familia que la repudiaba.

—Tu madre nunca debió quedarse con la herencia — Su tía Pichis, era de lo más insoportable. Se pavoneaba e insultaba la memoria de su madre.

— Es una niña, ella no puede quedarse con el legado de nuestro padre. — Dijo la otra. — Pero su esposo, ese inútil bueno para nada se va quedar con todo porque la mocosa aún es menor de edad. —

𝑳𝒐𝒔𝒕 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora