𝑳𝒐𝒔𝒕 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔

"Capitulo.4"

Al fin en casita.

Regresé a la cama a recostarme un poco pero no lograba conciliar siquiera el sueño, ver aquel hombre me intrigaba de cierta forma.

Pasaron las horas, mis párpados pesaban, estaba a punto de tirarme a dormir pero para mí mala suerte alguien tocaba como desquiciado el timbre del interfon.
Me levanté Soltando un gruñido y yendo a la entrada para presionar el boton y escuchar quien me buscaba.

— Busco a la joven Mirrow, ¿Se encuentra? —

— ¿Quien le busca, disculpe?—

— Tobías Rogers— paso saliva para aclarar su voz— Son cuestiones de trabajo, señorita. —

— Seguro— Me coloque un abrigo, mis pantuflas y baje al lobby, en Canadá la mayor parte del tiempo hacia un frío terrible, así que debía estar bien abrigada.

Baje por el elevador del edificio y mis ojos se desviaron a la sala de espera que había en el edificio, allí había un hombre unos centímetros más alto que yo, su edad era uno o dos años más que los míos. Portaba un suéter oscuro, debajo suyo una camisa naranja de manga larga con cuello alto, guantes de cuero negros, un bozal del mismo color, pantalón oscuro y zapatos de gala. Sin duda bastante atractivo.

—¿Es usted quien me buscaba?— pregunté dudosa de sus intenciones y me acerque a él.

Me tendió su mano la cual estreche gustosa.

— Soy Shara Mirrow, señor Rogers.—

—Muy bien, necesitamos hablar. Vera, hubo un recorte de personal en la compañía por lo cua- —

— ¡¿Me despedirán?!—

— Temo que no puedo brindarle dicha información, pero solo necesito evaluarla y así tendremos en exactitud quien porta la capacidad para quedarse y quiénes no.—

—¿Y por qué no se realizó una junta en el trabajo?—

— Por que el personal ya fue asesorado para la situación.—

— Bien, ¿Puede permitirme su acceso? Ya sabe, todo personal porta una tarjeta de acceso con los datos y referencias que tiene de la
compañía. —

— Oh, claro con gusto.—
Y efectivamente, era auténtico el chico. Al menos podía aliviarme un rato.

— Oh, perfecto. Eh, ¿Gusta pasar a beber algo?— No tenía nada que hacer así que un poco de compañía no me vendría nada mal.

Pasamos por el lobby, y es que a decir verdad era un lugar algo ostentoso. Acabados de terciopelo rojo y diseños dorados, muebles rústicos de madera oscura y de caoba, por supuesto.

Pero de tanto estar hundida en mis pensamientos no me fijé en el carro de equipaje frente mío, iba a estampar mi rostro, pero no, no sucedió.

Tobías me había sujetado de la ropa por la espalda jalándome de regreso. Brusco pero seguro.

Él simplemente se disculpó y proseguimos hasta el elevador, trayecto más incómodo y vergonzoso que tuve en toda mi vida.

— Pase por favor, hablaremos de los detalles de la situación que me comenta, señor Rogers.—

— Eh, Disculpa el malentendido de hace un momento. — Rascó nervioso su nuca.

— No, n-no te preocupes. — Me reí ante mi estupidez de hacer el ridículo frente a un extraño y encima, del trabajo.

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— ¿Gustas algún licor, Vodka, vino, champagne?—

— Con vino me basta, gracias— Y fue así que en el comedor acomodo un maletín por encima de la mesa, sacando unos papeles para ponerme al día.