Capitulo 23

232 21 3
                                    

Tirada en posición fetal en uno de los cuartos de hotel la intensidad de alucinaciones y voces a su alrededor rápidamente la estaban llevando al borde de la vesania.

Estaba más delgada y apagada.

¿Por qué me tenía que pasar esto?

¿Por qué yo?

¿Acaso estaba destinada a estar eternamente sola?

Apenas sabía quién era, la única vida decente que tuvo fue opacada y arrebatada a complacencia de un deseo de propósito que ni siquiera era suyo.

No había noche desde el incidente que no fuera perturbada.

- ¿Por qué te resistes? - El sonido de su voz rebotaba por la habitación por seis veces, un eco insaciablen que no importaba si se arrancaba los oídos, resonaba en su cabeza.

- Estoy aquí para ayudarte. Para sanarte. -

No. No podía, no debía.

De nuevo la habitación se sumía en una niebla densa, un frío que inundaba a sus pulmones y la embriagaba debilitando sus sentidos.

De un tiempo a otro se sentía drogada la mitad del tiempo. Como si por las noches al desmayarse le quemaba las neuronas. Los ojos se le iban, las piernas no le daban aunque quisiera.

Un espectro que la atormentaba día y noche infiltrado en sus memorias corrompiendo todo.

-

Déjame... Solo déjame. - Temblaba sin levantar la vista, apretaba con fuerza sus cuencas en un intento moribundo.

¡Dilo!
¡Dilo!

¡Que lo digas!

Ese último grito aterrador le hizo levantar la cabeza agitada pues era la voz de su madre.

-¿Q-Qué? - Comenzó a roer sus propios dedos arrancando trocitos de su piel por el nervio.

De pronto la luz de la habitación se consumió dejando que una esquina en específico se perpetuara aún más la oscuridad. Al enfocar la vista había una silueta ahí parada de una mujer.

Era obvio de quién se trataba pero el temor acobardaba su cuerpo.

- ¿M-Mamá? - De pronto vio el rostro de la mujer. Demacrado, con las cuencas vacías y la boca abierta de una forma espeluznante con un llanto distorsionado.

Gritaba descontrolada y las palabras alteradas.

- Si tan solo hubieras obedecido- Dijo la mujer. - Tu me mataste, estar cerca de ti me envenenó.-

- No, mamá, yo... - Cuando trato de acercarse su rostro se torció absorbiendo toda su figura nuevamente a las tinieblas.

Zalgo

Ese nombre maldito.

Si era la única forma de que la tortura se detuviera está bien, cedería.

Temblorosos su labios se separaron, estaban tan resecos que repaso su lengua para aclarar la voz.

𝑳𝒐𝒔𝒕 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora