Dos

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Canción: Creed - My Sacrifice

Canción: Creed - My Sacrifice

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🍫  COLLIN  🍫

Salgo de la Academia y me subo al tranvía. ¡Demonios! Lo hice y es oficial, soy un participante del Star Chef. Ganar ese concurso es todo lo que necesito, debo entrar en la preselección y sé que puedo hacerlo. Cierro los ojos y con la mano masajeo mi sien, sólo debo pensar en una buena receta para clasificar entre los mejores, me escurro un poco en el asiento y apoyo la cabeza en la ventana. Cinco meses, Collin, cinco meses y tal vez puedas arreglar este desastre de vida...

Entro al Tadyer House con buen humor, quiero contarle a Frank lo de la inscripción. Es temprano, así que todavía el restaurante está cerrado al público, me extraña es no ver a nadie del personal en el lugar, pero pronto mi cuerpo se alerta cuando escucho gritos provenientes de la cocina. Corro en el instante en que escucho algo quebrarse, abro la puerta de golpe y me topo con una escena muy desagradable: nuestros mesoneros, Etan y Max, tratan de agarrar a Frank para que no siga lanzando cosas, pero él está fuera de sí y se zafa de los agarres con facilidad.

―¡Collin! ―exclama Desiré con desespero―. Menos mal que llegaste, no sabemos qué hacer. ¡Está como loco!

Ella es la cajera del restaurante, está pegada a una de las paredes con ojos llorosos y tiembla como un animalito asustado. Me agacho en el momento justo en que un sartén se estrella contra la puerta que tengo detrás. Respiro hondo, y grito:

―¡Sal de aquí, Desiré, salgan todos que yo me encargo!

―No me parece buena idea, Collin, somos dos y no hemos podido calmarlo.

Etan está necesitando de todo su autocontrol para no matar a su jefe, que acaba de lanzarle un puñetazo en el costado. Corro hasta ellos y me abalanzo sobre Frank, haciendo que choquemos contra una pared, él se tambalea e Etan y Max lo sueltan al fin. Ahora soy yo el que lo sujeto con fuerza por los brazos, él parpadea varias veces antes de enfocarme, el hedor a alcohol que desprende es demasiado notorio.

―Co... ol... linn ―dice arrastrando las palabras. Aprieto mi agarre, tratando de demostrarle mi molestia, lo miro furioso y dolido, sólo por un instante observo lucidez en su mirada cansada, luego se deja resbalar, llevándome con él hasta el suelo―, hijo, lo sii... entoo ―musita y luego se echa a llorar.

Agradezco que todos hayan salido de la cocina y me hayan dejado sólo con él y sus demonios, lo miro largo rato, sintiendo una opresión en el pecho, la camisa la tiene desabotonada por el forcejeo, su cabello castaño está alborotado y su barba de días le da un aspecto desaliñado. Lo dejo desahogarse, una vez más el gran chef Frank Tanner está borracho y luchando con sus recuerdos.

―Yo también lo siento, papá ―murmuro en un hilo de voz, con los ojos nublados, y es la verdad, me duele verlo así, me duele que ahogue sus tristezas en alcohol. Yo también lo siento porque no he podido encontrar la manera de ayudarlo a superar esa tristeza que lleva arrastrando.

La receta ganadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora