Treinta y uno

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The days - Avicii 

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The days - Avicii 

DELIA

—¿Qué huele tan bien aquí? —pregunta mi hermano con una sonrisa bajo el umbral de la puerta.

—¿Verdad que huele divino? —Micaela observa con satisfacción el pernil que está en la bandeja.

—Pero no lo tocarás hasta la cena —lo amenazo; Diego resopla.

—No seas tan inflexible, Delia —interviene Micaela, pero sé por qué lo pide, ella también quiere probarlo—. Es sólo un pedacito.

—Hagamos un trato —respondo—. Yo dejo que pruebe el pernil si tú dejas que pruebe el pastel.

—¿Qué? ¡No! Dejémoslo así, lo siento esposo, lo intenté —dice dejando un beso en los labios de Diego, yo ruedo los ojos.

Es una tradición para los Dávila celebrar el espíritu de la navidad cada veintiuno de diciembre, no sólo por la creencia de que un ser sobrenatural puede cumplir nuestros deseos y hacerlos realidad, es más especial que eso, porque hoy también cumplo años, veinte para ser exacta. Y aunque dije que no quería festejarlo, ellos insistieron. Por esa razón he preparado la cena, para ver si así mi mente se despeja un rato. Micaela está poniendo todo su empeño en una hermosa torta de cumpleaños y Diego va a llevar a Maia a casa de sus suegros para darnos un poco de tranquilidad.

A mitad de la tarde ya todo está listo. La mesa está dispuesta con un mantel rojo y la decoramos con la vajilla que siempre utilizaba mi abuela, la torta luce espectacular, con las mismas tonalidades navideñas, copas de cristal, el envase que contiene el pernil y otro con ensalada.

—Ha quedado todo perfecto —dice Micaela con una gran sonrisa.

—Ya que todo está listo, yo voy a darme un largo baño —respondo, tratando de escabullirme.

—Sí, yo haré lo mismo antes de buscar al terremoto.

Hago un amago de sonrisa y me encamino hasta el cuarto, aunque trato de sonreír este tipo de fechas me ponen muy sensible, no estar con la persona que amo me pone peor. Porque sí, lo amo, pero tengo que entender de una vez por todas que se ha terminado.

Desde el principio supe que Collin terminaría lastimándome. ¿Cómo permití que esto avanzara tanto? Él llegó a mi vida de una forma tan drástica, yo no racionaba bien cada vez que lo tenía cerca, logró envolverme e hizo que olvidara la imagen que tenía de un hombre perfecto, de esos que te regalan chocolates, peluches y flores, no cascos de motos. Aunque si lo pienso, ¿de qué me sirve un hombre perfecto?, me gustaba que no nos pareciéramos en absoluto, me gustaba lo diferente que éramos y que cuando discutíamos lo arreglábamos con un beso.

Suelto un largo suspiro y me siento en la silla de la computadora, abro la carpeta de fotos que descargué de mi celular y busco el reproductor de música, le doy volumen a la canción The days de Avicii que tengo en modo de repetición, es una forma de torturarme, las heridas siguen frescas y el dolor aún es insoportable, de nada ha servido estar lejos porque no estoy pensando con claridad.

La receta ganadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora