Once

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DELIA

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DELIA

Quiero quedarme y apoyar a Steven, el pobre está devastado con la decisión del jurado, pero no puedo, debo hacer algo importante.

Apenas anunciaron el resultado, vi salir a Collin del auditorio, si me doy prisa tal vez lo alcanzo. Quiero creer que está demasiado molesto como para ser consiente de todo lo que me dijo, tal vez sea una mala idea hablarlo en caliente, pero no puedo esperar a que se calme, no después de que admitió haberme extrañado.

Al salir, lo veo apoyado en una pared del edificio, con la vista clavada en el cielo. Camino hacia él con algo de temor.

—Collin, lo siento, nada de lo que dice ese mensaje es cierto —digo, y continúo hablando ante su silencio—: fue una broma, una de muy mal gusto.

Me mira y trago saliva despacio, porque chasquea la lengua y comienza a negar.

—Por un momento, sólo por un momento pensé que eras dulce y diferente. —Puedo ver que el verde de sus ojos se enciende—. Ahora sé que no lo eres.

Parpadeo, incrédula ante sus palabras hirientes.

—Déjame explicarte, por favor.

—No quiero oírte —sentencia, para luego caminar hasta donde están los otros chicos que recién salen de la academia. Entre ellos distingo a Judy, que no desaprovecha el tiempo y se cuelga del brazo de Collin, dirigiéndome una mirada de fastidio.

Trato de calmarme cuando Andrew se acerca a donde estoy.

—¿Estás bien?

Por supuesto que no lo estoy, acabo de pasar de tristeza a mucho enfado. Aliso mi cabello y le doy una sonrisa forzada, digna de un Oscar.

—¿Por qué la pregunta?

El rubio alto me escudriña con la mirada.

—Ya me he enterado de lo del mensaje en su perfil —comenta con su extraño acento italiano—. Imagino que por eso discutían.

—Dime que no vienes a sermonearme, Andrew, porque yo no lo hice —suelto a la defensiva, él frunce el ceño, negando.

—Te creo. La verdad es que no sé qué sucedió, pero intenta hablarlo de nuevo con él. Aunque lo que realmente vine a decirte es que quiero que vayas a una fiesta de cumpleaños. —Me froto las manos con incomodidad—, no tenía intención de celebrarlo, pero al final me han convencido de que una reunión no estaría mal. —Mira de reojo hacia los demás y se rasca el cuello—. También los invité.

Veo sobre su hombro y sé a qué se refiere, no sé si pueda soportar toda una fiesta viendo cómo Judy se le ofrece a Collin. Evito suspirar con pesadez.

—Quizás vaya —dije, porque no tenía idea de cómo explicar lo de los celos estúpidos que se apoderaban de mí.

Él se alivió al escucharme.

La receta ganadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora