Epílogo

51.2K 3.8K 750
                                    

Julio Cesar y Mayre - Te llevo aquí

Julio Cesar y Mayre - Te llevo aquí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DELIA

Gruño y doy un manotazo al aire porque algo me hace cosquillas en la nariz, volteo la cara hacia el otro lado, otra vez las cosquillas, pero ahora en la mejilla. Escucho cómo se ríe.

—Levántate, perezosa, has dormido bastante y llegaremos tarde a la cita.

Balbuceo algo sin sentido y resoplo, escucho que se ríe nuevamente.

—Nooo puedooo levantarme... El sueño me puede.

—Lo sé, preciosa, pero la revisión de hoy es importante.

—Llama a la doctora Maiotto y dile que iré otro día.

—Eso no es posible, estás en las últimas semanas y debe verte hoy.

Hundo la cabeza en la almohada y resoplo, cuando siento que sale del cuarto jalo la sábana y me acurruco de nuevo.

—¿Ya te paraste? —grita a lo lejos.

—¡Dios benditoooooo! —suelto en un gruñido.

—¡Señora Tanner, arriba, no lo vuelvo a repetir!

Me froto la cara con frustración y abro los ojos, Collin puede ser desesperante cuando quiere, hasta que no mueva el trasero lejos de la cama no me dejará en paz, pero mi humor cambia drásticamente cuando advierto que en la mesa de noche hay un plato con unas panquecas con sirope de chocolate, y una nota:

Odio levantarte así, cariño, pero estoy ansioso por saber qué te dicen de Lara.

Te amo.

Sonrío estúpidamente y me echo a reír, hasta que un segundo regalo capta mi atención. Una caja blanca con un lazo rosa está al pie de la cama, me estiro como puedo y la agarro, lo que tiene adentro me hace soltar un grito de emoción. ¡Es tan perfecto! Es un trajecito de chef.

—¡Ven aquí Tanner, que voy a besarte! —digo alto para que me escuche.

—Espera, ya voy.

Acaricio el diminuto conjunto y me rio con emoción, imaginando a mi pequeña con esto puesto, sonrío aún más cuando Collin entra a la habitación.

—¡Está hermoso! —Él me guiña un ojo, complacido, luego se inclina para besarme en los labios, paso mis manos alrededor de su cuello y lo vuelvo a besar—. Le quedará perfecto para la sesión de fotos que quiero hacerle, gracias.

—Sí, será genial. Pero ahora come, que se nos hace tarde. —Me pasa el plato y sonriendo sale de la habitación, luego de besar mi gran barriga de treinta y ocho semanas.

Como con tranquilidad y al fin me levanto para ducharme. Estoy escogiendo qué ropa usar cuando mi teléfono suena, es Joyce.

Veo que pudieron levantarte de la cama —dice apenas atiendo.

La receta ganadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora