Capítulo 27

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Estando en el auto del oficial mientras pensaba en como le haría porque por supuesto que no pensaba ir a ninguna correccional recordé a mi Tom de repente.  ¿Donde habrá quedado? No recuerdo mucho...solo estar en aquel cuarto con el oficial y ahora con toda esta información en mi cabeza me aturdo.
El auto se aparcó frente a mi casa, el oficial bajó y me abrió la puerta. Caminamos hasta la entrada, yo con cada paso sintiendo más intensas las ganas de vomitar.
El hombre tocó el timbre y casi al instante apareció mi padre frente a nosotros.
Desvié la mirada, por alguna razón no era capaz de verlo.
—Buenas tardes oficial, gracias por traerlo.—le escucho decir.
—Cumplo con mi deber señor Kaulitz.—responde el oficial empujandome adentro.
Me zafo de su agarre una vez que estoy más lúcido, y al avanzar por ese piso...bajo ese techo....con ese ambiente....lo vuelvo a sentir. Lo siento todo. La ira, el odio, la desesperación, el abandono.
Nuevamente mi ser se reencuentra y mi alma se carga de rencor.
Veo a mi madre sentada en un sofá de la sala y a mi padre sentarse junto a ella, abrazándola.
Por primera vez...parecen ser marido y mujer.
Me siento frente a ellos forzado por el maldito oficial y guardo silencio, juntando mis manos.
—Hola, cariño.—oigo a mi madre decir.
El estómago se me revuelve y debo obligarme a no arquear mi cuerpo.
Subo la mirada para verla.
—Tu padre y yo...—comienza con tono consternado.— estas fuera de control Bill. Necesitas...volver a encarrilarte, ser una persona de bien...no estas haciendo nada bueno con tu vida.
—¿desde cuando les importa lo que haga con mi vida?—le interrumpo con tono sombrío.
Ellos mantienen silencio. Justo como lo creí.
—Eres nuestro hijo, Bill...—continua mi madre.
—todo padre quiere a su hijo, solo tratan de protegerte.—dice el oficial y yo me vuelvo para verlo con furia.
—¿y usted que sabe? ¿eh? No todas las personas tienen bondad en su alma.
—irás a esa correccional y punto.—dice mi padre con tono severo.
—no iré a ningún lugar.—digo poniéndome de pie.
Todos imitan la acción.
—Cariño, es por tu bien.
—¡callate mamá! —le grito perdiendo los estribos — ¡no sabes nada! ¡nunca te importé! ¡nunca te importó mi bien! No vengas a hablar de eso ahora maldita hipócrita...
—¡Bill!—grita mi padre.
Todo queda en un tenso silencio.
El rostro de mi madre se hunde y un par de lágrimas caen de sus ojos. Mi padre la abraza.
Vaya...¿desde cuando es un hombre?
—Debes venir conmigo Bill.—dice el oficial cogiendome del brazo pero yo me suelto con violencia.
—No.
No espero más y me echo a correr, saliendo de la casa con el oficial detrás de mi.

Seamos malos juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora