Capítulo 3

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Odio tanto la escuela, es una mierda,tengo que pasar 6 horas rodeado de subnormales idiotas,nunca faltan los matones que quieren molestarme por mí estilo y las zorras que se meten conmigo por lo mismo,ellos creen que pueden meterse conmigo y joderme,están muy equivocados porque Bill Kaulitz sabe defenderse,volver a mí casa después de la escuela también es una mierda,mí padre no está pero mí madre por lo general sí,detesto ver como le hace cariños y consiente al mocoso de Alex.

―Hola,cielo―Saludó mi madre cuando entré a la casa,le devolví el saludo con un movimiento de cabeza y me senté en la mesa a esperar mí almuerzo—

―¿Como estuvo tu día?―Preguntó mientras hacía algo en la estufa,Viré los ojos sabiendo perfectamente que no me atendería―

―Bien...—Contesté pensativo,de verdad necesito a alguien a quien hablarle de lo que sucede―

―Me alegro cielo―Dijo sonriéndome con dulsura,fruncí los labios tratando de devolverle la sonrisa,pero por supuesto fué un fracaso,se acercó a la mesa con un pequeño plato de comida y por un instante creí que se dirigía a mi,pero ella siguió de largo hasta llegar al tonto asiento de bebé de Alex y dejar el plato ahí,obviamente no me había cocinado a mi,bajé la cabeza,sintiéndome abatido,mi estomago rugía de hambre y podía escuchar los fastidiosos ruiditos del bebé y la patética voz de mi madre al hablarle, entrelazé las manos sobre la mesa,sintiendo las lágrimas agolparse en mis ojos,tenía unas ganas inmensas de llorar,pero no me lo permitiría, levanté la cabeza encontrando a mi madre dándole la comida al bebé,desvié la vista de inmediato.

―¿Donde está mi comida?―Pregunté con voz gruesa―

―En el microondas cielo―Respondió mi madre ensimismada en su otro hijo―

Me levanté de la mesa y saqué la comida del aparato para ponerla en un plato y salir de la cocina,cuando pretendía subir las escaleras la niñera venia bajando, distraída como siempre,se chocó conmigo,en otro momento hubiese optado por intimidarla,me parecían muy divertidas sus reacciones,pero estaba de malhumor así que mi reacción fué gritarle.

―¿¡Puedes dejar de atravezarte en mí camino!?―La muchacha se encogió,asustada y pasó por mi lado rápidamente,subí la escaleras ignorando el grito de mi madre―:

―“¿¡Que pasa!?"

Ella nunca sabe lo que pasa,nunca se preocupaba por saberlo,ninguno de ellos,a ninguno le interezo.

Seamos malos juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora