Capítulo 22 (Continuación)

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Mientras la camioneta avanzaba tranquilamente por la avenida me puse a pensar que en realidad no teníamos ningún punto fijo, así que giré mi cuerpo hasta dejarlo a medio lado; mirando el perfil de mi novio.

—¿Sabes a donde vamos?—le pregunté a Tom—

De inmediato giró su rostro hacia el mio y me dedicó una mirada de pánico, como si le acabara de hacer entrar en cuenta de que no estábamos jugando nuestra pieza del todo bien.

—Joder, si no me dices no me doy cuenta. ¿Que haremos Bibi?

—A mi casa no puedo llegar, tendré que irme contigo temporalmente

—Ya te dije que por eso no había problema.

—Pero...

—De todos modos debemos llegar a tu casa no es así?

Asentí.

—Lo haremos rápido.

El vehículo fue aminorando su velocidad hasta detenerse por completo delante de mi casa, abrí la portezuela y me bajé avanzando con naturalidad hasta la entrada, no puedo negar que me sentía un poco nervioso y que la ansiedad me estaba carcomiendo por dentro pero, como ya es de saberse, nunca exteriorizo mis sentimientos.

Noté que la puerta principal se encontraba levemente abierta, lo que me hizo extrañar pero sin embargo no dudé mucho y me adentré sigilosamente, adentro todo parecía estar demasiado calmado, me apresuré a las escaleras y en unos segundos estuve en mi habitación, moviéndome a la mayor velocidad posible de un lado a otro, después de un corto tiempo tuve todo lo que consideré necesario dentro de un morral lo suficientemente espacioso que colgué sobre mis hombros y me dispuse a salir, esta vez lo haría por la ventana, las manos me sudaban y mis nervios estaban muy alterados, era demasiada molesta la situación, sentía la adrenalina descargarse con fuertes choques en el interior de mi cuerpo y mi corazón latía tan velozmente que lo único que podía escuchar eran sus fuertes palpitaciones martillandome la cabeza.

La ventana se encontraba abierta y mis piernas ya estaban en el exterior cuando tuve la repentina sensación de que todo se había congelado.

Mi corazón se detuvo y mis manos se aferraron al marco de la ventana.

—Pero si ya hasta tienes tus  habilidades criminales bien desarrolladas...

Miré por encima de mi hombro encontrándome con la figura de mi padre observándome de una manera que no denotaba furia, ni asco, ni repulsión, simplemente parecía estar cansado...

Tragué saliva.

Mis músculos permanecieron inmóviles esperando a que él hiciera el primer movimiento.

Sus pasos avanzaron hasta mi posición, lo hacía con extraña calma y  su respiración apenas se notaba cuando debería estar borbollando de rabia.

—¿No necesitaras un poco de ayuda? Hijo mio...

Bajé la mirada sintiendo como todas mis tripas se estrujaban dentro mio creando nudos por doquiera, la garganta se me cerró y me era imposible respirar, mis cuencas empezaron a dilatarse y pronto dos gotas aterrizaron en mis manos.

Hijo mio...

Nunca jamás en la vida me había llamado así...

Sin previo aviso una de sus manos se queda en mi cabeza, inmóvil, me paralicé por unos segundos esperando a que hiciera el siguiente movimiento, su mano se deslizó por mis cabellos, con tal sutileza que lo sentí hasta en la mas mínima célula, la acción desapareció tan pronto como llegó y yo comenzaba a sentirme incapaz de seguir colgado de aquella ventana, todas mis extremidades empezaban a temblar.

—La policía te está buscando Bill.—Hablaba en un tono bajo, la situación me parecía tan irreal, como de ensueño— Y...—Hace una pausa para suspirar—No haré nada para detenerlos

Una sonrisa, una verdadera pero melancólica sonrisa aparece en mi rostro al escuchar esas palabras.

—No esperaba menos de ti papá—Susurré y más que decidido salté por la ventana—

Seamos malos juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora