Capitulo 21 Someday
Marzo 1996 Sexto Año.
-¿Por qué siempre estas con esa expresión enfurruñada?- estaban en los terrenos alrededor de Hogwarts, cerca del lago.
-Bien, Granger, creo que empezamos muy mal esta sesión de vamos a conocernos mutuamente- contesto Draco sentado en la hierba, en una saliente que daba directo al lago del castillo.
-Tú me retaste a preguntar primero- contesto Hermione a su lado, estaban algo separados y ese domingo estaban vestidos casualmente, jeans y camisetas, en el caso de Draco, se había colocado ademas un elegante abrigo de lana bastante ligero. La entrada de la primavera seria pronto y ya el frío había menguado en el norte de Escocia.
-Pero no pensé nunca que fueses a preguntarme algo tan soso- respondió Draco sin una pizca de prepotencia o burla. Todavía seguían "saliendo" a escondidas. Quizás no se dijesen abiertamente todo lo que sentían, pero después de varios meses, muchas barreras habían sido derrumbadas. Hermione se había acostumbrado a él y Draco a ella. Los dos sabían que tenían una relación, no eran tontos, habían pasado muchos meses y ninguno terminaba el asunto, si bien no querían ponerle un nombre.
Algunos ataques de celos de parte de Draco y de ella, hablaban por si solos. Él veía el fantasma de Theo Nott en todos lados, Hermione no soportaba que siguiese hablando con Padma Patil y le hiciese unas demostraciones de afecto y confidencialidad que nunca tenía para ella. Al final siempre terminaban ignorándose unos días para luego caer de nuevo en su torbellino pasional.
Conversaban mucho, durante horas, la mayoría de las veces temas intranscendentales, evitaban cuidadosamente mencionar algo referido a la inminencia de la guerra, a Voldemort, al papel de Harry en todo eso, la batalla de ministerio, Theo Nott y sobre todas las cosas evitaban hablar de lo que sentían uno por el otro. Sin embargo ninguno de los dos chicos era tonto, esas miradas incendiarias y anhelantes que se dirigían cuando creían que nadie los veía, las ocasionales ayudas de Malfoy cuando ella se encontraba en aprietos con algún grupo de slytherin's, libros intercambiados y lo mas valioso para Draco, de vez en cuando alguna sonrisa velada de ella sobre algún comentario, generalmente uno sarcástico, que él había hecho, sobre los hechos de la vida diaria, eran la mayor prueba de que algo había cambiado lentamente en sus corazones. Ambos sabían que estaban enamorados, pero primero morirían antes de confesarlo. Era un imposible………….desde todo punto de vista.
-Bien – dijo Hermione estirando las piernas sobre la hierba- probemos otra vez. ¿Por qué siempre estas de mal humor?
-No siempre estoy de mal humor- se defendió Draco hosco, Hermione le lanzo una mirada fugaz y se encogió de hombros- es que soy muy serio. La gente tiende a confundirlo. Me criaron así, tengo y tendré muchas responsabilidades sobre mis hombros, no puedo andar jugando como cualquier adolescente, tengo que demostrar que soy duro, así de simple. Mis padres esperan que no sea un pusilánime. Tienen muchas expectativas conmigo. Y no es solo eso, no me gusta hablar de mis cosas, compartir, soy hijo único………no estoy acostumbrado a la compañía, ni tampoco a los mimos aunque no lo creas……………fueron mis estrictos conmigo y por otro lado a veces ………..creo que solo es parte de mi personalidad.
-¿Cómo era cuando eras niño? ¿Quiero decir en tu casa?- pregunto Hermione, recogiendo de nuevo sus piernas, flexionando sus rodillas, rodeándolas con sus brazos y apoyando su cara para mirar directamente al chico rubio que estaba a su lado, que en ese momento asumió una posición parecida a la de ella pero mirando hacia el frente. El sol del atardecer incidía directamente sobre su rostro, una suave brisa levantaba su flequillo. Hermione no se lo quería admitir a si misma, pero de un tiempo a la fecha se encontraba a gusto hablando con él, escuchando su voz, desentrañando ese enigma de ser humano que Draco Malfoy representaba para ella. Esa noche en Edimburgo donde él le había dedicado esas frases tan intensas, se había revelado ante ella como una persona sensible, sin dejar de ser tremendamente complicado. Y maldita sea, a ella le gustaba complicarse la vida.