Capítulo 5: Perfume de la muerte

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Una vez adentro, el frío abreviaba la intensidad del golpe en el cuerpo por culpa del calor de las luces y las personas acumuladas, pero ahora tenía que prestarle atención al mal presagió que ambulaba adyacente, casi era susurrado por la brisa y mi intento por aparentar calma era ineficaz. Observaba la reacción de Michael para comprobar si él pasaba por lo mismo, y entonces entendería lo que se nos avecinaba, en parte; pero no, Michael lucia apacible. Ahora estaba más confundida, aun así me acerqué a él y lo tomé de la mano con firmeza, previniendo que lo que presentía también le esperaba a él.

En un corto recorrido nos encontrábamos frente a una de las atracciones más imponentes, un barco pirata colosal de color negro, capaz de abordar a cincuenta personas, también se resaltaba el rojo en los bordes y blanco en las banderas, y por supuesto las calaveras. Formamos en la larga y bulliciosa fila de personas inquietas por subirse.

Parada allí al frente, vino a mí la impresión de que la cuna del presentimiento estaba allí, que daría inicio en la atracción, por supuesto me negué de inmediato, quise hallar la fórmula para evitar subir allí.

- Mejor no quiero subir - Mientras negaba con la cabeza y me apartaba de la fila.

- ¿Acaso te da miedo? que cobarde - con voz burlona dijo Sarah.

- En realidad sí -

Aún no soltaba la mano de Michael, y una brisa escalofriante me azotó, las pulsaciones se aceleraron, y sin que pudiera resistirme el miedo me invadió, ¿Qué clase de miedo era ese? Me golpeaba de forma diferente, un pavor hacía algo más poderoso y descomunal. La atmósfera se volvió violenta y aguda. Luego, como si las cosas no pudieran ser peor, Bruce estaba otra vez enojado con Dux.

- ¡Ya basta! - elevó el tono de su voz y las personas a nuestro entorno nos cubrieron con la mirada - ¡No te permito que me hables de esa forma! - completamente reñido.

- ¡¿Te molesta que te diga la verdad en la cara?! ¿hum? ¡¿No estás acostumbrado a que alguien lo haga?! - inquirió Dux correspondiendo a los gritos.

- ¡Te dije: basta! - Apretando sus dientes.

Dux abandonó la fila y comenzó a alejarse de nosotros.

- ¡¿A dónde crees que vas?! - grito Bruce cuando contemplaba a Dux perderse entre las personas.

- ¡Lejos de ti! - contestó mientras continuaba alejándose sin dirigirle la mirada.

Apretó sus puños, le costaba suprimir el enojo que lo revestía.

- Sube tú con Sarah y Thomas, yo regreso en unos minutos - me ordenó.

- En realidad pensaba no subirme - indiqué.

- Hazme ese favor y cuida que Sarah que haga una estupidez - pidió.

Inmediato emprendió pasos para ir tras Dux sin soltar a Michael de la mano, sin darme tiempo de negarme rotundamente o inventar una excusa si continuaba insistiendo.

Bueno... al menos Michael no subiría, de todas formas no podría, de modo que sería solo yo quien padeciera el significado del augurio.

- Te doy diez dólares si te desabrochas el cinturón en la última vuelta - le escuché decir a Sarah retando a mi hermano. Ahora entiendo a lo que Bruce se refería con no dejar a Sarah hacer una estupidez.

- Por diez no lo hago - se opuso Thomas.

- Por veinte entonces - tentó.

- No, no hará nada de eso -

El aderezo a la noche; que Sarah convenciera a Thomas de esa tontería, ya suficiente tenía con lidiar con la preocupación hacia algo porvenir para tener que angustiarme que Thomas aceptara tal riego.

Enigma los Van VladoisquiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora