Capítulo 27: El ataúd

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En medio de una noche tan clara que se llenaba de sombras, con la brisa estrellándose con dureza contra los árboles, con el silbido del viento y los relámpagos inquietando la oscuridad. En esa noche mis lágrimas caían sobre su carta, la leía por última vez y quería inmortalizar sus palabras en mi mente para siempre.

El viento golpeaba cada vez con más fuerza la noche y provocaba estruendos en las ventanas y las puertas abiertas. Así que tomé la carta entre mis manos, la saqué por la ventana y dejé que el viento de un soplo en el aire se la llevara hasta perderla en la oscuridad.

En la mañana desayunaba con mi rostro escondido entre mi cabello, ya me empezaba a acostumbrar a la rutina depresiva que inicia cada mañana.

Ansiaba con tantas ganas una última esperanza que se llevara el silencio que Tom dejó, pero el tiempo se iba con el viento.

Cada mañana Jimmy tocaba a la puerta para partir juntos a la escuela. Había hecho una exhausta investigación acerca de fantasmas y de la vida después de la muerte, todo ello le había despertado gran interés, y cada mañana tenía una nueva teoría que contar para contrarrestar el miedo. Como si eso fuera posible. Aun así no parecía rendirse, él quería entrar en mi mundo sin querer comprender mis palabras y la pesadilla que esto significa.

Esa mañana fue diferente. Jimmy nunca tocó a mi puerta; al final me cansé de esperarlo y caminé por las vanas calles. En el tranquilo recorrido apareció un cuervo en medio de la calle que crujía un horrendo sonido desde el interior de su garganta. Luego apareció de nuevo reposando sobre una rama que mecía el viento. Y una tercera vez cuando llegaba a la escuela, parado sobre una cuerda de un poste de electricidad. Era el mismo que hace años esperaba en mi ventana cada día, el mismo que traía presagios consigo.

En la entrada de la escuela en donde cientos de estudiantes aguardaban para entrar, entre todos ellos tampoco hallé rastro de Jimmy. Lo esperé sentada en el borde de un pavimento que encerraba un árbol, pero el timbre sonó y el lugar se volvió vacío, deduje que no iría a clase y entré.

En clase de filosofía lo vi llegar más distraído que nunca y sentarse a mi lado y quedarse helado con los ojos al frente.

- ¿Qué ocurre? - Le susurré de inmediato cerca de su oído.

- No sé si sea adecuado decirte - murmuró.

-¿Decirme que, Jimmy? - Susurré.

- No has estado bien los últimos dos meses y he hecho miles de cosas por animarte. Siento que tu dolor te hace agonizar y tengo miedo por lo que vaya a ocurrir contigo si te cuento... lo que paso - sin dejar la mirada al frente.

- Jimmy, tú mismo lo dijiste. Es solo dejar pasar el tiempo y luego lo olvidaré. Yo estaré bien. Y no entiendo que puede ser tan malo para que pueda hacer más tragedia en mí. Solo dilo -

- ¡Ah! Igual te enterarás por alguien más, así que... te lo diré. Emma... -

Ahora era yo la que me había quedado helada y una corriente eléctrica atravesó mi espina dorsal, las manos me sudaron y comprendí que se trataba de lo que traía el cuervo consigo.

- ¿Qué le pasó? - Con tono perplejo.

Pero no alcanzó a responderme, entró el profesor Lewis para explicar lo que necesitaba saber y todos dirigimos la mirada a aquel profesor de ojos perdidos y aspecto atemorizante.

- Chicos, permítanme su atención, por favor. Acabamos de recibir la triste noticia de que su compañera, Emma Laurens, falleció temprano, en la madrugada a causa de una enfermedad. Sus padres piden vuestro apoyo y acompañamiento para el velorio y posteriormente sus exequias que se llevaran a cabo mañana a las diez. Avisen a su padres y mañana preséntense con un permiso escrito a las nueve en punto aquí en la escuela para partir a la misa de entierro y exequias respectivas de la joven. Gracias -

Enigma los Van VladoisquiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora