Whatever (Yaoi/BL)

60- Beso de despedida

Emmy se estaba alejando del grupo a paso rápido. No quería que nadie le preguntara por qué se iba, cuando iban a ir todos juntos a cenar después del combate de Brad. Solo quería alejarse y punto. Pero quería alejarse de ellos y de todo. De esta situación que no tendría por qué ser así. Se estaba comportando como una idiota totalmente, es decir, ¿Estaba dolida? ¿Por qué? ¿Porque su mejor amiga le quería proteger? Pedazo de imbécil...

-¡Emmy! ¡Emmy, espera!

Escuchó la voz de Mary detrás de ella y, automáticamente, se paró en seco y se giró hacia ella, que corría en su dirección. Cuando llegó, su respiración era muy irregular y sus ojos estaban llorosos.

-Mary...

-No, Emmy, calla. Mira, yo no quiero seguir así, ¿vale? Yo quiero seguir siendo tu amiga, como siempre. Quiero que nuestras discusiones duren una hora, no días sin hablarnos. Y, sobretodo, quiero que tú encuentres la felicidad- un deje de culpabilidad turbó su voz en ese momento. Al fin y al cabo, su felicidad podría estar con ella. Y sólo por su culpa...-. En ningún momento me planteé la idea de que te pudiera molestar que quisiera que cualquier persona que se acerque a ti sea merecedora de hacerlo. Pero, la verdad, fue muy egoísta por mi parte no pensar en que tú podrías malinterpretar eso y, de algún modo...

-Mary, por favor... cállate.

No creía poder seguir aguantando esas palabras que le hacían tanto daño a pesar de no ser esa su intención. Mary dio un paso al frente y subió su tono de voz, que igualmente se ahogó en la soledad y oscuridad de la calle.

-¡No, Emmy! ¡No me callo! No tienes suficiente confianza en mí... Creía que me lo contabas todo, pero eso es sólo lo que me quieres hacer ver. Si algo de lo que hago te molesta, ¡Dímelo! Si quieres que te haga más caso, ¡Dímelo! Si quieres que desaparezca de tu vida...- cogió aire para decir aquella palabra, pero no pudo. Porque no quería escuchar esas palabras jamás.

-...No voy a decirte eso nunca, Mary. Si hay alguien con quien quiero pasar el resto de mi vida, esa eres tú- le respondió Emmy, mirándola fijamente a los ojos con seriedad. Mary se sonrojó por la intensidad de esas palabras, pero...

-Emmy... te lo juro, por lo que más quiero, que si pudiera pedir un solo deseo, ese sería corresponderte. Pero... por desgracia, las cosas no van así. Yo no puedo verme envuelta en una relación con otra chica, porque esa no soy yo.

La de mechas azules empezaba a sentir que un nudo se alojaba en su garganta y que sus ojos empezaban a humedecerse. El dolor que le generaba luchar por algo que no podía ser, solo por naturaleza, era muy grande.

-Si ya lo sé, Mary... me he portado fatal contigo. No tendría que haber confundido la amistad y, además, hacértelo saber...

-¡No, no, ni hablar! ¡Tú no tienes la culpa de que te guste alguien! Eso no se puede controlar... pero hay otras cosas que tampoco se pueden controlar como nos plazca.

Ambas sabían que eso era cierto. Ninguna de las dos podía hacer nada para que la otra no se preocupara o estuviera triste.

-Entonces... ¿Qué debemos hacer ahora?- preguntó Emmy, temiendo que su respuesta la terminara de demoler del todo. Mary se sujetó la barbilla entre el pulgar y el índice, como hacía Brad.

-Mmm... yo voto por seguir siendo amigas, contárnoslo todo siempre y no volvernos a pelear jamás.

Emmy se rió al ver que la Mary a la que quería tanto no había cambiado para nada.

-Vale, pero solo si me dejas hacer algo- contestó tras un profundo suspiro.

-¿El qué?

Mary se sorprendió al ver como Emmy se sacaba las manos de los bolsillos y cogió sus muñecas, impidiéndole alejarse de ella. En cuanto se dio cuenta, los labios de Emmy estaban posados sobre los suyos. No intentó alejarse, al fin y al cabo le había dejado claro cómo se sentía. Emmy ni siquiera se movió, tan solo buscó el contacto de ambas bocas y cerró los ojos, intentando recordar esa sensación para siempre. Se separó de Mary, sintiendo como el frío volvía a alojarse en ella. Sonrió y soltó sus muñecas. La otra ni siquiera dijo nada, ni tan solo intentó moverse, ya que sabía que su cuerpo no le haría ni el más mínimo caso.