Jake se levantó a causa del despertador de su móvil. Deslizó su dedo sobre la pantalla y bostezó con pereza. El día anterior Molly se fue a Londres y él se quedó solito y triste. Además ahora era lunes y tenía que ir a la tienda de comics. Vale, adoraba trabajar ahí, pero era un palo levantarse pronto en verano. Además, si no fuera tan cabezón podría dormir más... pero odiaba llegar tarde, así que siempre cogía el metro y llegaba 15 minutos antes de la hora. Si cogiera el siguiente llegaría de sobras, pero él era así. Se levantó y fue tanteando hacia el baño. Encendió la luz y se miró al espejo. Otro día más, su pelo estaba horrible. Muchas veces había pensado en cortárselo y no tener que preocuparse de que se le pusiera en la cara, ni del calor, ni de que estuviera despeinado... pero Emmy seguramente le mataría. Casi podía escuchar su voz diciendo: "¡Con el pelo largo pareces un personaje de anime!".
Se mojó la cara con ambas manos y, luego, abrió mucho sus ojos marrones verdosos frente al espejo, con intención de despejarse un poco. Con los restos de agua que quedaron en sus manos, intentó conseguir que su pelo se arreglara al menos un poco con apenas visibles resultados. Pero se rindió y decidió que su pelo era libre de hacer lo que quisiera.
Tras hacerse un bol de cereales, vestirse rápidamente con una camiseta y unos tejanos y coger el dinero que le dejó su madre para comer, salió de su casa con intención de ir a la parada de metro.
Por el camino pensó en la promesa que le hizo a su mejor amiga. ¿Sería capaz de encontrar a su chico ideal? A partir de aquel momento debía estar en guardia, cualquier chico podría ser la media naranja de Emmy.
Miró su móvil y soltó una pequeña maldición al ver la hora para, acto seguido, acelerar el paso. Se había dormido en los laureles y ahora llevaba la hora pegada al culo. Genial.
Entró de prisa por la boca del metro y pasó la tarjeta. Bajó las escaleras mientras escuchaba el pitido que indicaba que las puertas se estaban cerrando. Hizo un último esfuerzo, solo para que las puertas se cerraran en sus narices. Se quedó un rato mirando con tristeza cómo se alejaba el metro hasta que desapareció por completo en la oscuridad del túnel. Ahora debería esperar unos 7 minutos para el siguiente. Se quedó un rato deambulando por el borde del andén maldiciendo entre dientes. Al final, decidió sentarse en los incómodos bancos entre una señora mayor que tenía el aspecto de ser de esas que se quejan siempre por todo y un chico pelinegro de más o menos su edad que escuchaba música a través de sus auriculares.
Se recostó en la pared y resopló pesadamente. El chico de la música le miró curioso, pero Jake hizo como si no lo viera. Apoyó sus codos en las rodillas y la cabeza en sus manos. Miró hacia el suelo, por mirar algo. No tardó mucho en desviar su mirada a su lado derecho, en el que la bamba negra del chico se movía de arriba abajo marcando el ritmo, podía apostar, de la canción que estaba escuchando. Se preguntó que canción sería, pero intentó ignorarlo.
Al cabo del rato cambió de posición otra vez, apoyando la espalda en la pared de nuevo. Tras el milésimo resoplido que salía por su boca, miró de reojo al chico, que no dejó de tamborilear con el pie. Estaba mirando hacia delante, con el flequillo tapándole parte de su cara. Seguramente se sintió observado, así que se volvió hacia Jake.
Los ojos de Jake se encontraron con un color azul intenso, profundo y misterioso como el rincón más alejado de la superficie del mar. En ese mismo momento llegó el metro. El desconocido le sostuvo la mirada un rato de más para, finalmente, levantarse y dirigirse a la puerta del metro que acababa de llegar. A Jake le entró una sensación extraña... como vergüenza, así que se subió en el último vagón para no volver a encontrarse con ese chico.
Al cabo de unas cuantas paradas, llegó a su destino. Entre todo el gentío no pudo volver a distinguir al pelinegro pero, en cuanto puso un pie fuera del metro, pensó:
"¿Y si ese era la media naranja de Emmy?"
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-¡Buenos días, Angel!- dijo Jake entrando en la tienda a toda prisa. El dependiente, sentado tras el mostrador, le miró sonriente por encima de las gafas.
-Vaya, vaya... Jake entrando por esa puerta solo 5 minutos antes de la hora... ¿Qué ha pasado? ¿Te han abducido los extraterrestres? ¿Cuántos dedos ves aquí?- Angel levantó tres dedos mientras se reía. Jake sonrió sin poder evitarlo. Ver a un hombre de su edad con tanta vitalidad, sentido del humor y positivismo siempre le alegraba los días.
-No me ha abducido nadie- contestó negando con la cabeza.
Fue a la pequeña sala que llamaban "almacén" pero que todo el mundo usaba para hacer torneos de cartas. Cogió la camiseta negra con el logo de la tienda que usaba para que le reconocieran como trabajador, se quitó la que llevaba y se puso la otra a toda prisa.
-Oye, por cierto, que siempre llegue pronto no significa que sea obligatorio hacerlo- no dejó de reírse hasta que volvió a entrar en la sala principal de la tienda, donde Angel le esperaba revisando los encargos.
-Oh, claro que no... Solo creía que te gustaría ganar a Emmy alguna vez, siempre llega 20 minutos antes, es una exagerada...- Jake asintió ante eso, pero luego cayó en algo.
-Por cierto, ¿Dónde está?
-Ey, ¿Tanto de menos me echas?- la morena de mechas azules salió del almacén con un cómic entre las manos y la misma camiseta con el logo de "4° Milenio".
-¿Yo? ¿Echarte de menos? Qué graciosa... Oye, no te he visto ahí dentro, ¿estabas colgada del techo espiando como me cambiaba de ropa?
-No tengo yo cosas mejores que hacer... estaba buscando el pedido, moniato- le sacó la lengua y se dirigió a una de las estanterías para comprobar que estaba todo en orden.
Jake pasó de ella y miró el papel que tenía Angel. Como vio que lo tenía controlado, se centró en el hombre. Aquel hombre de cincuenta y tantos años, de pelo negro y canoso y baja estatura, que le había ayudado tanto. A pesar de que él podría perfectamente con la tienda solito, había insistido en darles trabajo a él y a su mejor amiga. En verano hacían jornada completa, pero el resto del año, como tenían que ir a clases, solo iban un par de horas por la tarde. Entre todos se repartían las tareas. Jake atendía a los clientes, Emmy ordenaba y daba información sobre los comics a según qué personas y Angel se encargaba de los torneos y los pedidos. Formaban un gran equipo.
Mientras pensaba en esas cosas que no venían al caso, entraron un par de clientes. Se apresuró en recuperar la compostura y esperar a cualquier pregunta que le hicieran, aunque, de vez en cuando, el chico de pelo negro y ojos azules se tomaba la libertad de pasearse por su mente...
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Puhoooooy repollos y repollos hembraa ^-^ he vuelto para traeros un poquitito más de Whatever :3 Ya sé que los capítulos son cortitos y la historia va lenta peeeeeeeeeero WHATEVER Espero wue os guste leerlo tanto como a mí escribirlo :3 Gracias por todo y mucho looooof para vuestros bodyyyys
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Whatever (Yaoi/BL)
RomanceCuando Jake llamó a su vecino por la ventana, tan solo intentaba encontrar a alguien para su mejor amiga. Ni siquiera se le pasó por la cabeza que solo ese gesto cambiaría su vida por completo. Ni que, al mismo tiempo, cambiaría la vida de las perso...