Quedaron palabras que no dije al lado de un café que no tomé.
Quedaron recuerdos que jamás formé.
Quedó un bar al que nunca más volveré.
"Corazones desbordados", fragmento de Cielo Rojas.
―Lo mataré, Cielo, juro que lo mataré ―ostenta Gise a mi lado izquierdo―. ¿Se lo puedes decir?
―Mati, dice Gise que te va a matar ―Le aviso a mi amigo que se encuentra a mi costado derecho.
―Ay, no... la rubia oxigenada quiere matarme, ¡qué miedo! ―suelta con sarcasmo―. Dile que la pintura para el cabello daña las pocas neuronas que tiene, si es que alguna vez tuvo alguna.
―Escuchaste todo, ¿no? No hace falta que lo repita ―Le susurro a Gise.
―Lamentablemente su horrenda voz se escucha desde aquí. Y dile, para su información, que soy rubia natural, bueno, casi ―refunfuña Gise con sus brazos cruzados.
―Rubia hueca ―resopla Matías.
―Músico frustrado ―Ella responde.
Gruñí y llevé ambas manos a mi rostro tratando de entender por qué se llevan tan mal. Según Pri, esto se debe a el primer encuentro que tuvieron en la biblioteca; ambos se dijeron cosas para nada agradables y ahora no pueden ni verse, y si lo hacen, los insultos predominan a su alrededor. Aunque eso no sé hasta qué punto es, ya que atrapé a Gise mirándolo unas cuantas veces y Matías no se quedaba atrás, pero me era muy extraño verlo con un porte furioso y una mirada de menosprecio. Él no es así, siempre tiene una sonrisa en su rostro.
―¡Basta! ―exclamo―. ¡Dejen de tratarse así, loco!
―Cielo, lo que daría por no tratarlo ―dice Gise.
―No eres la única que piensa de esa manera, rubia oxigenada ―remarca Mati―. Solo vine a buscar a mi amiga y lamentablemente me topé contigo en su cuarto. ¿Piensas que quiero verte?
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Los versos de Cielo
JugendliteraturHay veces que Cielo Rojas se pregunta por qué no escribió Orgullo y Prejuicio, pero la respuesta es clara: ella no es Jane Austen, no nació en Inglaterra y no considera que tiene un talento de tal magnitud. Sin embargo no puede evitar rodearse de Li...