Al día siguiente, se negó a ir a trabajar. Se comió la bronca de su madre y aguantó la gélida mirada de Sai, pero ni siquiera eso iba a sacarlo de la cama. Se quedó allí toda la mañana -tampoco pensaba ir a clase aunque, por supuesto, eso no se lo había dicho-, dormitando, viendo la tele y comiendo guarrerías. Ni siquiera tuvo apetito para comer algo contundente, pero por la tarde sacó los libros y se puso a estudiar. Era mucho más fácil tras la explicación de Sai.
A las nueve de la noche llamaron a la puerta. Supuso que, a esas horas, sería su madre. Su estómago le recordó con un rugido que prácticamente no había comido nada en todo el día.
-Por fin, mamá. Estaba... -se quedó helado. Detrás de la puerta estaba aquel hombre, con su tranquila y espeluznante sonrisa.
Naruto sabía que tenía que haber cerrado de un portazo. Pero todo su cuerpo parecía paralizado. Se quedó quieto, mirándole como si fuera una serpiente venenosa. Mortal, asesina. Y aun así, tan bella que eres incapaz de apartar la mirada.
-Hola, Naruto. Aun no me he presentado, ¿verdad? Qué grosero por mi parte... -le tendió la mano, aun con esa sonrisa angelical que cada vez le aterraba más. -Soy Itachi. El apellido es lo de menos, ¿no crees? Al fin y al cabo, tú no sabes ni cuál es el tuyo.
Aquello empezaba -já, empezaba- a asustarle. Tragó saliva, dispuesto a cerrar la puerta, cuando vio la pistola que Itachi llevaba en el pantalón. Sintió como si un edificio se le cayera encima.
-Me gustaría pasar, y charlar. ¿Qué te parece?
Lo pensó un momento, todo lo que podía pensar frente a un tipo con una pistola. Terminó por asentir, incapaz de pensar en nada más, pues Itachi ya había colocado sigilosamente su pie como tope.
-C-claro. Pase.
Se echó hacia un lado y dejó entrar al desconocido en el apartamento. Su habitación era la primera, e Itachi la observó un momento antes de que Naruto le alcanzara.
-¿Estabas estudiando? Lo lamento -sonrió. -No encontré otro momento para venir a verte.
Naruto trató de sonreír sinceramente. Quizá sus años de camarero le habían servido de aprendizaje, porque consiguió algo más o menos decente.
-No importa, pensaba cenar de un momento a otro. Y usted, esto... Itachi, ¿cómo es que viene tan tarde?
-Digamos que... Mis negocios me lo impiden.
Naruto asintió, poco convencido. Sus "negocios" serían, claro, ir al bar como todos los días.
-¿Puedo ofrecerle un café?
-Oh, me encantaría -dijo acomodándose en el sillón de la sala. - Si puede ser, con...
-Hielo -le sonrió Naruto. -Tardo un minuto.
Se fue a la cocina con la esperanza de que Itachi no lo siguiera. No lo hizo. Se quedó sentado en el salón tranquilamente, revisando su móvil. Naruto se maldijo por haberse dejado el suyo en su cuarto. No podía ir hasta allí sin que Itachi lo viera. Y el fijo era demasiado descarado. Pero tenía que avisar a su madre. Y a Sai. Tenía que avisarlos a ambos...
Se concentró en hacer el café. El teléfono sonó un instante después. El número "Kiba" parpadeó en la pantalla, y Naruto se sintió eufórico.
-¿¡Kiba?!
-Uau, Naruto, suenas como si hubieras visto un fantasma. ¿Estás bien?
-Escucha, yo...
-Naruto, no te oigo. ¿Puedes dejar de susurrar y hablar como las personas normales?
-Kiba, calla y... -dio un respingo. Itachi estaba en el marco de la puerta, mirándole con una sonrisa. Naruto se la devolvió, y le hizo un gesto de "es un amigo, tranquilo" mientras le daba la espalda. Claro que eso no le hacía sordo. Ya no podía pedir ayuda. Se mordió el labio.
-¿Qué querías, Kiba?
-Ah. Esto... bueno, iba a decirte que si querías salir conmigo y con Hinata a tomar algo. Ya sabes, para animarte. Cómo hoy no has ido al instituto, pensé que sería una de tus depresiones que...
-No, no, estoy bien -recalcó tanto "bien" que se hizo daño en la garganta. -No te preocupes por mí.
-Ah. Esto... claro, claro. -Naruto sintió ganas de darse una palmada en la frente. Escuchaba a Itachi respirar detrás de él, y el borboteo del café de fondo, que parecía burlarse de él. -Entonces, ¿puedo contar contigo?
-No, ya te he dicho que estoy bien. Además, tengo un invitado en casa -le dirigió una sonrisa a Itachi, que se la devolvió, algo apático- así que no voy a poder irme a ningún sitio.
Esperó en silencio que Kiba respondiera. Le escuchó respirar con fuerza al otro lado del teléfono -la respiración de Kiba era muy característica, como la de un perro- y después susurrar algo.
-Naruto, te pasa algo, ¿verdad? ¿Estás en apuros?
-Sí, eso es lo que he dicho. -se esforzó por no sonar tenso. Le costaba a horrores.
-¿Es ese invitado? ¿Te va a hacer daño?
Naruto escuchó a Itachi avanzar hacia él.
-Es probable, no lo sé. Oye, no seas pesado, ¿vale? Tengo que dejarte.
Y colgó el teléfono, deseando con cada fibra de su ser que Kiba no lo tomara por una simple broma. Se volvió hacia Itachi, que seguía sonriendo. Naruto se revolvió el pelo con la mano.
-¿Quién era?
-Un amigo del instituto. Quería que saliéramos a tomar algo. Es un pesado. No entiende un no por respuesta.
-Ya veo... -murmuró él, claramente entretenido. Naruto tragó saliva y le devolvió la sonrisa.
-Ya está el café. ¿Nos sentamos?
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Sentencia(dos).
FanfictionTodos tenemos secretos. Pueden parecer inofensivos... pero, ¿y si no lo son? ¿Qué pasa cuando alguno de esos secretos te estalla en la cara? ¿Y qué puedes hacer si esos secretos ni siquiera son tuyos? ¿En qué puedes confiar cuando todo lo demás fall...