El perrillo jadeba alegremente, dando poderosas zancadas para seguir el ritmo de su dueño. Naruto reía. Hacía mucho que no montaba en skate, pero el haber estado tan cerca de la muerte dos veces en dos semanas le hacía replantearse lo que consideraba peligroso. Y ahora, el skate no era uno de ellos.
Casi sin darse cuenta había acabado en el hospital. Pensó si pasarse a ver a Sasuke, pero no quería agobiarlo. Pasaría mañana con otro cargamento de Zatch Bell. Pronto se acabaría el manga...
Kyuu tironeó del collar insistentemente, no tirándole por muy poco. Gruñó con ferocidad de pronto, escondiéndose entre las piernas de su dueño.
-Kyuu, ¿qué...?
No podía creerlo. Estaba allí. Como si todo fuera completamente normal, como si no le hubiera pegado un tiro hacía poco más de una semana.
Era él. Estaba seguro, aunque estaba cambiado. Se había cortado el pelo, se lo había teñido de castaño. Echaba de menos una cicatriz bajo su ojo, y estos eran ahora negros. Pero era él. Estaba totalmente convencido. Su forma de moverse, el aura que desprendía. No habría podido confundirle ni en un millón de años.
Itachi.
Se quedó paralizado mientras lo veía entrar en el hospital. Soltó el aire que había estado conteniendo -ni siquiera se había dado cuenta- y se quitó las lágrimas de un manotazo. "No voy a llorar. No por ese cabrón. "
Rebuscó en su bolsillo hasta dar con ello. La tarjeta de Hatake Kakashi. "Si le ves, o sientes que estás en peligro, llámanos." Un permanente escalofrío en la espalda le decía que ambas se estaban cumpliendo. Y a la vez, su mano parecía estar paralizada aferrando el móvil con excesiva fuerza.
"¿Y si me equivoco? ¿Y si mi cerebro me está jugando una mala pasada? ¿Y si no es él?"
Pero estaba seguro. Y Kyuu, por la ferocidad con la que gruñía, también. Pero tenía que asegurarse. Tomó aire y lo soltó en una risita nerviosa. ¿Cuántas veces iba a tentar a la muerte en un mismo mes?
.
Acababa de guardar todos los tomos en su mochila -que el médico amablemente le había traído- cuando alguien llamó a la puerta. Cuando no esperó contestación, Sasuke supo quién era incluso antes de verle la cara. Pero eso no lo hacía menos increíble.
-Itachi -murmuró, claramente sorprendido. Su hermano negó con la cabeza.
-Evan, aquí.
Asintió, aun algo confuso. ¿Qué estaba haciendo allí?
-Venir a verte, ¿qué si no? Tu cara es un libro abierto, hermanito.
Sasuke no contestó. Estaba demasiado extrañado -y aterrado- por la situación. Ni en un millón de años se esperaba que Itachi se expusiese de aquella manera. Normalmente era más discreto, y no llevaba un gigantesco cartel de "¡estoy aquí!" a la espalda. Algo tenía que ir horriblemente mal... O especialmente bien. No sabía qué cosa le asustaba más.
-No solo estás aquí por mí. Vamos Itachi, desembucha.
-Evan -le recordó.
Itachi se tomó su tiempo. Dio vueltas por la habitación, escrutándole. Sasuke se sentía como en un interrogatorio, incluso sin tener que contestar a nada. "Eres un libro abierto, hermanito".
Abrió mucho los ojos.
-Has roto su rutina. Eso es bueno. Antes no podíamos sacarle de la cafetería. Ahora ha venido a verte al hospital...
Sasuke no contestó.
-En el bosque... ¿Qué paso? Imagino que no se defendería cuando intentaste matarle... De lo contrario no habría venido a verte.
-Yo... -se llevó la mano a la pierna instintivamente. La herida pareció latirle, a la vez que la cabeza.
-Descuida, el médico me ha dicho que te ha atacado un lobo. Pero me sigue pareciendo increíble, con lo eficaz que eres... ¿cómo es que no le lanzaste a él para que lo matara, mientras tú corrías? A mí me parece una oportunidad perfecta. Ni siquiera habrías tenido que desaparecer. Un... desafortunado accidente.
-N-no tuve ocasión -tartamudeó. Itachi le miró con una cínica sonrisa.
-Oh. ¿En serio?
El moreno no contestó. No pudo hacerlo. Itachi dio dos pasos seguros hacia la puerta, le sonrió maliciosamente y abrió la puerta de par en par.
"Eres un libro abierto, hermanito".
Sasuke sintió que dejaba de respirar en aquel momento.
Naruto estaba allí, mirándolo, con una mezcla de repulsión y el más absoluto horror. Sus ojos vibraban, le temblaban las manos. Veía el miedo latir tras sus iris azulados.
Antes de que pudiera darse cuenta, ya había salido disparado por el pasillo del hospital, como si el mismo demonio lo persiguiera. Probablemente, realmente lo creyera.
-No te preocupes, hermanito -canturreó Itachi, burlón. -Tenemos todo controlado.
.
No podía creerlo. No podía creer que hubiera sido tan soberanamente estúpido. No podía creer que hubiera sido tan gilipollas. Que hubiera confiado en él como si nada. Por eso le fue tan familiar cuando entró en la clase. Era la viva imagen de Itachi. Por eso los escalofríos. Todo él le había estado advirtiendo de quién era, de lo que realmente tenía que tener miedo. Y lo había ignorado. Y ahora estaba pagando las consecuencias.
Corría por los pasillos sin un rumbo fijo, intentando ahogar las lágrimas y sofocar los sollozos contra la palma de su mano. No solo tenía miedo. Estaba completamente aterrado.
Cuando salió del hospital, sabía lo que tenía que hacer. Estaba temblando, pero lo sabía. Sacó el teléfono y marcó el número de Kakashi. Dio dos tonos, y no contestó. Volvió a intentarlo.
Fue entonces cuando se percató de algo. Kyuu no estaba en la puerta, donde lo había dejado.
Notó como alguien le rodeaba el cuello con el brazo y le ponía un pañuelo sobre la cara. Para cuando intentó debatirse, su conciencia ya se había desvanecido.
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Sentencia(dos).
FanfictionTodos tenemos secretos. Pueden parecer inofensivos... pero, ¿y si no lo son? ¿Qué pasa cuando alguno de esos secretos te estalla en la cara? ¿Y qué puedes hacer si esos secretos ni siquiera son tuyos? ¿En qué puedes confiar cuando todo lo demás fall...