Capítulo 7

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Naruto se sentó en su pupitre, soltando un gruñido de dolor. Todos cuchicheaban a su alrededor y se giraban para mirarle, mientras él trataba de mantenerse impertérrito. Hinata y Kiba lo saludaron con la mano, cada uno en pupitres separados.

Se sorprendió al no ver a Usui sentado a su lado. No le sorprendió tanto cuando entró Iruka-sensei acompañado de un chico que no conocía de nada... y a la vez le resultaba familiar.

-Chicos. ¡Chicos, callaos! Algunos ya lo sabréis, pero para los que no lo hagáis -Naruto sintió que se refería exclusivamente a él- Usui se fue al extranjero con su padre el viernes pasado. Me alegra deciros que ha llegado un nuevo alumno que ocupará su sitio, en lo que a pupitre se refiere, claro. Os presento a Uchiha Sasuke.

El chico ni siquiera alzó la mano para saludar. Sus labios no se movieron un ápice. Recorrió todo el espacio hasta su asiento -el único libre, junto a Naruto- y no soltó palabra alguna.

-Bueno, hoy tenemos clase de literatura. ¿Habéis leído el libro que os dije la semana pasada? Bien, pues hoy...

Naruto desconectó enseguida. Y no solo porque no le interesara lo más mínimo la materia, sino porque el dolor del hombro le hacía marearse. Mejoraba si no lo movía mucho, pero no podía evitarlo si escribía, a pesar de que fuera zurdo y el balazo hubiera sido un poco por encima de su corazón. ¿Lo habría hecho aposta, o pretendía matarle y había fallado? Si ese era el caso...

Le recorrió un escalofrío. No. Itachi le había dado un mensaje para su madre. Quería que sobreviviera. Lo tenía todo perfectamente planeado.

-¿Estás bien? -susurró el chico. Naruto ladeó levemente la cabeza, atontado. No esperaba que le hablase, y mucho menos que se interesara por él. El chico -Sasuke- movió la cabeza en dirección a sus manos. Estaba temblando mucho más de lo que había pensado. Las ocultó bajo los brazos, pero sentía que le temblaban incluso las piernas. "No dejaré que esto me pueda. Ese tío no va a derrotarme. No puedo rendirme".

-E-estoy bien -tartamudeó. Cogió el bolígrafo con fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Ni siquiera así conseguía ocultar del todo el temblor. Se esforzó por atender y tomar apuntes, pero no conseguía entender su propia letra.

-¿Qué te ha pasado? -musitó Sasuke, más centrado en la tarea. Naruto arqueó una ceja, sin entender nada. Se hizo un gesto, pasándose un dedo sobre el corazón, y luego le señaló sutilmente. Naruto se miró. Las vendas se le entreveían por debajo de la camiseta. Se subió un poco el cuello, intentando ocultar lo evidente.

-N-nada.

-¿Ah, no? Llevo aquí un día, y ya he oído que te dispararon.

Apretó los dientes. El tal Sasuke ni siquiera parecía preocupado por él. Parecía morbosamente curioso, cínico incluso. Sintió ganas de pegarle un puñetazo en la mandíbula. Y solo lo conocía desde hacía media hora.

-Métete en tus asuntos.

Sasuke soltó un gruñido, que parecía una risa contenida.

El resto de la hora transcurrió en silencio. La hora siguiente les tocaba gimnasia, y como Tsunade-sensei estaba lesionada, les dejaron la hora libre para relajarse. Naruto optó por tumbarse en el escaso césped que había en el patio.

Era una sensación extraña. Cuanto más miraba el cielo, más le quemaban los ojos. Pero le daba pánico cerrarlos. Temía que, al abrirlos, él estuviera encañonándole. Y cada vez que lo pensaba -aproximadamente cada cinco minutos- el dolor le golpeaba con fuerza y le impedía respirar con normalidad.

Soltó un grito cuando, una de esas veces, notó el mundo oscurecerse. Suspiró en una mezcla de alivio y molestia cuando vio a Sasuke inclinado sobre él, con su cara de pan habitual.

-No pretendía asustarte -dijo, con una pizca de burla en su voz. Y seguía queriendo darle un puñetazo, cada vez más.

-¿Qué quieres, Uchiha?

-Encantado de verte también -resopló, sentándose junto a él y tendiéndole una hoja de papel. Naruto la leyó atentamente, y contuvo las ganas de soltar un gruñido.

-¿Esto es en serio?

-Eso me temo -se encogió él de hombros. -Se me da bien la literatura, así que terminaremos relativamente rápido. No tendrás que aguantarme mucho. Quedamos en tu casa hoy a las seis.

Y sin darle tiempo a decir nada -y, por supuesto, obviando totalmente su opinión- se levantó y se fue. Naruto se quedó con la hoja en la mano, anonadado.

-¡Naruto! -Kiba e Hinata corrían hacia él, cogidos de la mano. -¿Qué tal estás?

-Alucinando -dijo, tendiéndole la hoja. Kiba la leyó rápidamente y soltó un gruñido divertido.

-Vaya, te toca trabajo con el nuevo. Bueno, no puede ser tan malo.

Naruto resopló.

-¿Qué te apuestas?


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