No pudo dormir esa noche. Después de aquello ni siquiera había querido separarse de su madre. Se sentía dolido, traicionado, engañado. Y aun así, sabía que su madre le necesitaba más que nunca. Y, por qué no reconocerlo, él a ella también.
Estaban en el sofá, con Kyuu enroscado a su lado y su madre apoyada en su regazo. Después de confesar todo aquello, parecía estar durmiendo por primera vez en años. Nunca la había visto tan tranquila como en ese mismo momento. Incluso cuando aquella tranquilidad no era más que una ilusión. En cualquier momento, Hidan podía mandar un agente para eliminarlos a los dos. Y ni siquiera sabían qué quería ese psicópata.
Si antes estaba nervioso, ahora estaba aterrado. Ni siquiera se veía saliendo al día siguiente a la calle. Era como vivir en una pesadilla, con mil ojos apuntándole directamente a él. Todos eran enemigos, no podía confiar en nadie.
Amaneció, y descubrió para su sorpresa que había conseguido dormirse. Su madre seguía respirando con tranquilidad sobre su regazo.
-Mamá... -la agitó suavemente. -Mamá, despierta.
Parpadeó lentamente hasta conseguir despertarse del todo. Se desperezó como un gato, bostezando.
-Naruto... Pensé que te irías a la cama.
-No podía dormir de todas formas.
Hubo una breve pausa.
-Hijo... entiendo que me odies. Incluso antes de nacer, yo ya te había arrebatado tu vida. Pero yo no planeaba esto, yo...
-Claro, enterarme de que soy un accidente seguro que me anima.
Kushina suavizó su expresión de horror cuando vio la sonrisa del rubio. Le dio un puñetazo en el hombro, y compartieron una risa por primera vez en mucho tiempo.
-Te pareces mucho a tu padre. -Naruto la miró. Sonreía, y sus ojos brillaban como nunca antes la había visto. -Naruto, te quiero más que a nada en el mundo. Incluso antes de que nacieras, te quise tanto como para abandonar todo lo que era, todos a quienes conocía para mantenerte a salvo.
-Lo sé, mamá. Yo también te quiero.
Se fundieron en un lento abrazo.
-Nunca has... ¿intentando contactar con papá?
Kushina negó con la cabeza.
-Sabía que eso solo te pondría en peligro. Quería que tuvieras una vida normal, alejado de todo... Y ahora nos han encontrado. No sé cómo, pero... nos han encontrado.
-¿Has hablado con tus jefes? Supongo que fueron ellos quienes te reubicaron.
-Lo hice. Ya lo están investigando, y... te han estado siguiendo estos últimos días, para asegurarse de que estabas a salvo.
-Genial. Ahora tengo canguro.
-Que no te hayas dado cuenta es bueno -rio su madre. -Significa que hace bien su trabajo.
-Me siento halagado, no te ofendas.
-Ya, claro. -le dio un pellizco en los mofletes, y el chico se apartó con un gruñido. -Esto acabará pronto, Naruto. Te lo prometo.
Aunque sabía que su madre no se refería a eso, él no pudo evitar pensar "de un modo u otro".
-Oye, hoy no tienes que ir a clase si no quieres. ¿Qué tal una tarde de Disney, pizza y helado?
Naruto sonrió, acariciando el lomo de Kyuu. El perrillo ladró.
-Eso suena genial.
Incluso bajo aquellas circunstancias, se lo pasó genial. Vieron el Rey León, Mulán, Pocahontas, El Jorobado de Notredame y todos los demás clásicos que les dio tiempo en un día. Y a la lista inicial, se añadieron palomitas de caramelo y Toblerone, una de sus chocolatinas favoritas. Kyuu estaba tan cebado que poco pareció importarle que no le sacaran de paseo -hasta que se hizo pis en la alfombra y su madre estalló en gritos-. Naruto se rió tanto que le dolieron las costillas y sintió punzadas en la herida, pero no le importó. Se sentía extrañamente feliz, como si estuviera en una nube. Nada podía sacarlo de allí.
Hasta que escucharon el timbre de la puerta, y el miedo pareció inundarlos de nuevo.
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Sentencia(dos).
FanfictionTodos tenemos secretos. Pueden parecer inofensivos... pero, ¿y si no lo son? ¿Qué pasa cuando alguno de esos secretos te estalla en la cara? ¿Y qué puedes hacer si esos secretos ni siquiera son tuyos? ¿En qué puedes confiar cuando todo lo demás fall...