Capítulo 8

234 27 9
                                    

Esa tarde fue corriendo a casa. Kyuu saltó de alegría nada más verle. Ya adoraba a ese perrillo -aunque tenía cierta cara zorruna que le gustaba aún más- y eso que apenas le conocía hace un día. Naruto le rascó el cuello y pegó su frente contra la suya.

-Hola, campeón.

Por supuesto, su madre no estaba en casa. Mejor. Así tendría tiempo para estudiar antes de que ese idiota viniera. Se puso a escribir con frenética rapidez, resolviendo todos los problemas que fue capaz antes de que sonara el timbre.

Se levantó corriendo y miró por la mirilla antes de abrir la puerta. Kyuu gruñó suavemente, pero le palmeó en la cabeza para calmarlo.

-Bienvenido -trató de sonar amable, pero no le salió demasiado bien. Sasuke se percató, porque sonrió de medio lado. Estaba diferente. Llevaba un jersey de lana azul oscuro, una bufanda negra y unos vaqueros. Llevaba un puñado de carpetas y un libro entre los brazos. Su cara se ensombreció cuando vio a Kyuu -a pesar de que era pequeño, le llegaba un poco por debajo de las rodillas-.

-Eso... ¿eso es un perro? -dio un paso atrás, como si hubiera visto un fantasma. Naruto soltó una risita, se agachó y rascó la nariz de Kyuu, que soltó un gañido.

-No, es una tortuga crecidita y peluda. ¡Claro que es un perro!, ¿a ti que te parece?

Sasuke lo fulminó con la mirada, pero estaba claro que estaba demasiado asustado como para siquiera pensar en rodearle. Si no le hubiera parecido imposible, habría jurado que sus mejillas se enrojecieron.

-Me... me dan miedo los perros.

Naruto sonrió.

-¡Anda, si eres humano! -soltó una carcajada cuando Sasuke le dirigió una mirada glacial. -Vale, vale. Kyuu, vamos.

El perrillo dudó un momento, pero terminó por seguir a su dueño. Lo dejó tumbado en el sofá y cerró la puerta del salón. Sasuke ya estaba en el recibidor, menos asustado, pero todavía tenso. Naruto le sonrió, incapaz de controlarse.

-Vamos a mi cuarto. Allí podremos trabajar mejor.

.

-Por cierto, ¿cómo has sabido donde vivo? -preguntó Naruto arqueando una ceja, en el descanso que habían tomado. Llevaban ya más de dos horas, y solo habían acabado la mitad del trabajo. El rubio había propuesto una pausa, y ahora estaban tomándose un sándwich y un refresco.

El moreno se atragantó y empezó a toser ante la pregunta. Naruto sintió un escalofrío subiéndole por la espina dorsal. Cuando se le pasó el ataque de tos y pudo respirar, se quedó un momento mirando el papel en su mesa.

-Le pregunté a Iruka-sensei. Fue él el que nos mandó el trabajo, ¿recuerdas?

-Era solo curiosidad, no te piques.

-No me pico -replicó él a la defensiva. Naruto soltó una risita.

-Ya, claro. Oye, ¿quieres algo más? Tengo...

Una serie de ladridos y gimoteos lo interrumpieron. Naruto miró su reloj y chasqueó la lengua.

-Mierda, es tarde. Lo siento, pero creo que ya se ha aprendido su hora de salir. Dame un segundo.

Sasuke asintió. Se acabó su sándwich y el refresco, pero los incesantes gimoteos del animal no cesaron. Aprovechó para echar un vistazo rápido por la habitación. Como él, la decoración era alborotada y colorida, todo estaba desordenado, excepto por el escritorio, que estaba suficientemente ordenado como para poder trabajar en él. Tenía un montón de posters en las paredes, la mayoría de videojuegos y animes: Mass Effect, SAO, The Legend of Zelda, Angel Beats, Tales Of... Tenía un montón de libros apilados muy juntos en una estantería, tanto libros de fantasía, como de terror, acción, cómicos y algún que otro manga. Zatch Bell era el único completo, con sus buenos treinta y pico tomos.

Por curiosidad y aburrimiento más que nada, cogió el primer tomo y le echó un rápido vistazo.

-Hey, ¿te gusta?

Sasuke dio un respingo. Naruto tenía a Kyuu en brazos, acariciándole el cuello con suavidad. El perrillo gañaba, pero parecía un gato ronroneando.

-No he leído ningún manga, la verdad. Ha sido mera curiosidad. -fue a guardarlo, pero Naruto le agarró de la muñeca.

-Puedes llevártelo. Si te gusta, puedo prestarte también los demás.

-Eh... -se quedó en blanco un momento.

-Léetelo si quieres. Voy a sacar a Kyuu rápido y vuelvo enseguida.

Sasuke fue a replicar algo, pero Naruto ya había salido corriendo por la puerta.

-Baka. -soltó un suspiro, pero tampoco tenía mucho que hacer. Se sentó en la cama y empezó a leerse el manga.

Para cuando volvió, el moreno estaba tumbado boca arriba en la cama, con el tercer tomo en las manos y los otros dos pulcramente colocados en su sitio.

-Te ha gustado, por lo que veo.

Sasuke soltó un gruñido, incorporándose.

-No está mal. Me aburría.

-Ya te lo he dicho. Llévatelos si quieres, lo he leído al menos cinco veces. ¿Seguimos?

Sasuke asintió, descolocado. Se pusieron a trabajar inmediatamente, y no acabaron hasta pasadas las once.

El rubio se desperezó con un bostezo, estirándose cual gato. Sasuke sonrió ante la cómica escena.

-Es muy tarde... -comentó, mirando el reloj. -¿Quieres quedarte a cenar?

El moreno abrió mucho los ojos.

-¿Qué?

-Lo que has oído. Mañana no tenemos clase a primera hora, puedes pasarte por casa a recoger tus cosas.

-¿Q-qué dices? -el moreno giró la cabeza en un gruñido, recogiendo los papeles y guardándolos en las carpetas. Naruto sonrió. Estaba casi seguro de que se había sonrojado.

-¿Qué pasa, nunca has cenado en casa de un amigo?

-¿Amigo? -preguntó, incrédulo. -¡Nos acabamos de conocer! ¡¿Y si soy un asesino, o...?!

-¿O un idiota con miedo a los perros? -Sasuke lo fulminó con la mirada, pero Naruto soltó una carcajada. -Venga. ¿Qué prefieres?

-¡No voy a quedarme, tarado!

Un manga le atizó de lleno en la cara. Naruto le sonrió, burlón.

-¿Ensalada o filete?



Sentencia(dos).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora