Capítulo 12

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-Sasuke -suspiró aliviado. Su madre le miró. -Es un nuevo compañero de clase. Estuvo anteayer en casa... se quedó a dormir.

Su madre abrió mucho los ojos.

-Oh. Ya veo.

Naruto soltó un bufido.

-No sé qué estás pensando, pero no flipes. -Kushina soltó una risita, desapareciendo en el salón.

-Os dejo solos, tortolitos.

-¡OLVIDA LO QUE ESTÁS PENSANDO!

Le llegó la risa de su madre desde el salón. Soltó un gruñido y abrió la puerta.

Sasuke le fulminó con la mirada, tendiéndole un librito. Parpadeó varias veces antes de reconocerlo.

-Oh. -cogió el tomo de Zatch Bell. -Gracias. ¿Has venido hasta aquí solo para dármelo?

Sasuke pareció incómodo un segundo. Después negó con la cabeza.

-Hoy no has ido a clase, y ayer te largaste antes de que acabaran. Estaba preocupado.

-¿Preocupado? ¿Tú?

El rubio estiró una mano hasta tocarle la mejilla, con la boca abierta.

-¡Si parece humano...!

Sasuke soltó un gruñido y le pegó un capón con excesiva fuerza. Naruto se rascó la cabeza, riéndose.

-¡Vale, vale, lo siento! -apartó a Kyuu, que parecía desesperado por lanzarse contra Sasuke, mientras este arrugaba la nariz y trataba de no salir corriendo. -Gracias por venir a verme. Estoy... bien.

-Entonces, ¿cuento contigo mañana? Hay una excursión estúpida, y tenemos que ir por parejas. Dado que no conozco a nadie más, pensé...

Naruto parpadeó un momento. Sasuke no le parecía la clase de tíos que pedía aquello. Más bien le parecía un gilipollas integral que intentaba hacerse el duro, más serio que una piedra y que nunca se divertía.

-Sí, claro. Mañana iré.

-Bien, entonces... hasta mañana.

-Hasta mañana.

Fue a cerrar la puerta, pero un pie en el resquicio se lo impidió. Sintió un escalofrío subiéndole por la columna, y abrió la puerta lentamente. Sasuke se rascaba la nuca, ligeramente avergonzado.

-¿Podría...? ¿Podría pedirte algún tomo más? -señaló el libro que tenía entre las manos. Naruto soltó una carcajada, abriendo la puerta.

-Claro, idiota. Pasa.

.

Estaba tumbado en su cuarto, leyendo uno de los cinco tomos que Naruto le había dejado. Era una sensación extraña. Él nunca había tenido nada en lo que centrar su atención que no fueran los objetivos que le marcaba su hermano y las clases. Nunca había tenido nada con lo que entretenerse, ni fuera ni dentro de su casa.

Su cuarto era sobrio. Paredes blancas, vacías. Un escritorio, vacío salvo por los apuntes de clase. Estanterías junto a la cama totalmente vacías. La cama, recién hecha, solo con sábanas y una colcha blanca. No tenía nada con lo que entretenerse. No tenía nada, no era nadie.

No se había dado cuenta hasta ese preciso momento que era un prisionero en una jaula de oro. Bueno, una jaula normal y corriente.

Y ahora todo parecía distinto. Por primera vez desde que tenía memoria, se había divertido con aquel idiota. Con aquella absurda película, incluso con el trabajo de literatura. Y ahora, leyendo el manga, se le hacía extraño.

Itachi se lo había repetido mil veces. No puedes encariñarte con los objetivos. Donde ellos ven amistad, amor, familia, tú debes tener claro un fin.

Pero era la primera vez que su objetivo realmente lo superaba.

Cerró el libro, molesto consigo mismo. Si no valía para aquello, entonces no valía para nada.

"¿Qué tiene de interesante un ninja? Ni siquiera existe en la vida real".

"Ah, pero existieron. Si una sola persona pudo lograrlo, ¿por qué no iba a poder otra simple persona? Como yo, o como tú".

"Estás tarado".

"Quizá, pero al menos tengo sueños, hombre de hojalata".

No había pillado esa referencia. Después, ojeando en la biblioteca, lo había entendido. El hombre de hojalata, el que no tenía corazón. No tenía pasión, ni sentimientos. Realmente, no estaba vivo. Había dado en el clavo, aunque no lo supiera.

Si no podía hacer aquello, no valía para nada.

Pero, ¿y si había una posibilidad, por nimia que fuera, de que hubiera algo más?

Se incorporó de repente, con la respiración agitada.

Por primera vez en dieciocho años, aquella frase había perdido fuerza.

Por primera vez en dieciocho años, se encontró con que "el hombre de hojalata" empezaba a desviarse de su persona.

Sentencia(dos).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora