Capítulo 26

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Tras unas infructuosas horas de investigar todos los papeles de Minato, habían decidido reunirse todos frente a una dirección que Kakashi les había enviado: la que se suponía era la casa de los Uchiha.

Kushina estaba pegada a Minato sin apenas darse cuenta, aplastada contra él. El hombre dio un respingo al sentirla tan cerca, pero el rodearla con un brazo protectoramente fue poco más que un instinto. Vio a Orochimaru reírse, mirándoles de reojo.

Kakashi, Rin y un hombre que ninguno conocía se acercaban a ellos, bajando al trote por la calle.

-¿Quién es ese? -preguntó Kabuto, con recelo.

-Ishiyama Obito -se presentó el hombre, inclinando la cabeza.

-Podéis confiar en él -respondió simplemente Rin. -Es cirujano, y nos ha proporcionado información de Sasuke.

-Ésta, en concreto.

-Entremos. -dijo Orochimaru, simplemente.

Kabuto asintió, adelantándose, y abrió la puerta tan fácilmente como si hubiera usado una llave.

La puerta soltó un agónico chirrido antes de dejarles pasar. Todo estaba envuelto por un silencio casi fantasmagórico. Una capa de polvo de al menos un centímetro cubría cada mueble. Minato observó las paredes distraídamente, Kushina casi con avidez, como si esperara encontrarle allí.

-Está claro que no viven aquí.

-Al menos, no en un tiempo -Obito se levantó la manga de la chaqueta para coger una foto en el suelo, parcialmente escondida debajo de una cómoda. En ella, un sonriente niño de apenas cinco años de pelo moreno abrazaba a una mujer. -Este parece Sasuke. Con su madre.

-Es la única foto de la casa -comentó Kakashi, examinando con un escalofrío las marcos vacíos en las paredes.

-Antes de que empezara su pesadilla, seguro. -continuó el cirujano, como si no lo hubiera oído. Rin se acercó sigilosamente a él y le rozó los dedos. Sin apenas ser consciente, Obito entrelazó sus dedos con los de ella.

-Parece que han vaciado la casa. Seguramente se dejaron esto por error.

Obito le entregó la foto a Kakashi, que se la guardó en el bolsillo. Dieron vueltas alrededor de la casa, registrando cajones, armarios, escritorios... Todo lo que pudiera darles una mínima pista. No encontraron nada.

Se sentaron todos en el comedor, cruzados de piernas. Era poco más de mediodía. Se acercaba el anochecer, y no habían conseguido nada.

-Mira esto -dijo Obito que, junto con Rin, era el único que seguía buscando. Eran unos papeles en el escritorio de lo que parecía una oficina.

-Parecen restos de un diario -Rin se sentó sobre el escritorio, mirando por encima de su hombro. -¿Itachi o Sasuke?

-Ninguno. Creo que es de su madre. Aunque parece estar muy descolocado.

Carraspeó antes de empezar a leer.

Hoy es el día más feliz de mi vida. Y a la vez, estoy aterrada. Ha nacido mi segundo hijo. Hemos decidido llamarlo Sasuke. Es el niño más bonito del mundo. Pero tengo miedo por él. Mi primer hijo, Itachi, parece más celoso que nunca con la situación. Y mi marido, Fugaku, pasa cada vez más tiempo fuera. He estado investigando. Un nombre se repite una y otra vez en sus papeles: Hidan...

Obito tomó aire antes de coger la segunda página.

He dejado de temer por mi vida, y estoy empezando a temer por la de Sasuke. He dejado de tenerle miedo a Fugaku... y he pasado a tenérselo a Itachi. Ese chico... parece estar poseído. Ya no es mi hijo. Es solo un monstruo. El otro día por poco le partió a Sasuke el brazo...

Tengo que llevármelo. Voy a huir con mi hijo.

Fugaku, si estás leyendo esto... Sasuke y yo nos vamos lejos. Te has alejado de tu familia, y te has llevado a Itachi contigo. Nunca te perdonaré el no poder reconocer a mi hijo al mirarlo. Me voy, antes de que le hagáis lo mismo a Sasuke.

-Tarde... -musitó Obito, mordiéndose el labio.

-¿Crees qué...?

-Creo que alguien la mató antes de que pudiera irse. O que bien la encontró cuando se fue.

-¿Cuánto habrá pasado ese pobre chico?

Obito no contestó. Siguió hurgando entre los escasos papeles de los cajones.

-Eh. Mira esto.

-¿Qué es?

Rin cogió el papel y le echó un rápido vistazo. Se levantó de golpe, arrugando el papel en la mano. Sin mediar palabra, salió corriendo al salón con Obito a la zaga.

-Chicos, tenéis que ver esto. Una fábrica de zapatos que pertenecía al padre de la madre de los hermanos. Lleva abandonada diez años.

-Puede ser. No tenemos mucho más -comentó Orochimaru, tranquilo.

Minato se puso en pie, levantando a Kushina a su vez. Tenían las manos entrelazadas.

-Vamos. 

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