Había conseguido que Kushina se calmara. Notaba una tensión en ella, no obstante, como un gato a punto de saltar. Una tensión que no era propia de una madre afectada por la desaparición de su hijo. Había algo más, aunque Rin no conseguía averiguar el qué.
Estaban en la comisaría, encerradas en uno de los despachos, buscando algo de tranquilidad. Kushina tenía una taza de café entre las manos desde hacía veinte minutos, que no había tocado. Acariciaba a un gimoteante perrillo con la otra, intentando calmarlo. Más bien, parecía que quería calmarse ella.
-Sra. Uzumaki... -levantó la cabeza para mirarla. Tenía la mirada perdida, como si ni siquiera la escuchara. -Estamos intentando averiguar qué le ha pasado a su hijo. Si pudiera recordar...
-Ya se lo he dicho -gruñó de mal humor. -Tuvo ese accidente. Él estaba bien, pero el amigo con el que iba...
-¿Amigo?
Kushina negó con la cabeza.
-Acababan de conocerse. Solo sé su nombre. Sasuke.
Rin asintió, tomando nota. Aunque eso ya lo sabían. Habían llamado a los números más recientes que figuraban en la agenda -un tal Kiba era el que estaba el primero en la lista- y este les había hablado de un tal Uchiha Sasuke, y les había contado el incidente. Ahora mismo, Kakashi debía estar en el hospital, interrogándolo a él también.
-¿Qué más?
Kushina parpadeó despacio.
-Volvió de verle, y me dijo que se iba a sacar a Kyuu. -palmeó la cabeza del perro. -Cogió el monopatín y salió a la calle. Un par de horas después me llamaron ustedes -gimió, apretando la taza entre los dedos. Rin sintió una profunda lástima: siempre lo hacía con víctimas como aquellas. El dolor no era solo para la víctima, sino también para familiares y amigos. Y ella, que trataba mucho con estos últimos, casi se había aprendido su dolor de memoria. Esos patrones que se repetían en todos, como un rompecabezas: no siempre en el mismo orden, pero siempre de la misma forma.
Y ahí estaba. Esa cosa que faltaba en Kushina. Dolor, miedo, furia... todo eso estaba ahí. Pero también una pasmosa tranquilidad que jamás había visto antes.
-¿Puedo irme ya? -preguntó, quizá con demasiada brusquedad. No había motivos para retenerla, de todas maneras.
Rin esbozó una gigantesca sonrisa.
-Claro, Sra. Uzumaki. Por aquí, por favor.
.
Kakashi llevaba media hora esperando en recepción. No era su trabajo meterse en asuntos ajenos, pero no podía evitar sentir curiosidad por qué tenía a los médicos tan ocupados.
-Solo un segundo, Sr. Hatake.
Kakashi asintió, como las otras cinco veces que se lo había dicho. Se dedicó a tamborilear con los dedos sobre la mesa, observando la gente que entraba y salía. Una madre que agarraba protectoramente un bebé, con una impecable sonrisa; un hombre y un chico, al que ayudaba a caminar por la cojera acusada en una pierna; un señor en silla de ruedas empujado por una alegre muchacha...
-Ya estoy aquí. Lamento las molestias.
Kakashi no se molestó en sonreír. No tenía razones para hacerlo, y la bufanda tampoco dejaría ver a nadie que estaba haciéndolo.
-Buscaba información sobre un paciente, ¿verdad?
-Uchiha Sasuke.
La mujer consultó un momento en el ordenador.
-Habitación 206. ¿Quiere que le acompañe?
-No, está bien.
Kakashi odiaba que la gente fuera tan falsa. Seguramente si hubiera dicho que sí, la mujer se habría escabullido a la menor oportunidad.
Subió las escaleras de dos en dos, intentando recordarse por qué estaba allí. Tenía que centrarse. Seguramente ese chico había sido el último -o al menos de los últimos- en verle. No creía en las casualidades. Que hubiera desaparecido frente al hospital donde había estado hacía solo un par de horas era, cuanto menos, sospechoso.
Dio un par de toques en la puerta y carraspeó.
-Uchiha Sasuke, soy Hatake Kakashi, policía. ¿Puedo pasar?
Silencio.
-Lamento molestarle, pero esto es importante... -abrió la puerta y se quedó paralizado en el quicio.
Se mordió el labio con fuerza, soltando una maldición.
Kakashi no creía en las casualidades. ¿Tenía que creer que lo era haber encontrado esa maldita habitación vacía?
.
-¡Rin, retenla!
Ambas se volvieron al ver a Kakashi entrar hecho una furia. Kushina ni siquiera se amedrentó; le sostuvo la mirada y arqueó levemente una ceja.
-Señora, basta de juegos. ¿Sabía quién es Uchiha Sasuke?
Kushina negó con la cabeza.
-No sé más que usted. Naruto me habló de él; ni siquiera lo he visto.
-Ya, pues ese "amigo" ha desaparecido a la vez que su hijo. Y no me diga que es coincidencia -bufó, cogiendo el teléfono y marcando un número a toda prisa.
-Kakashi, ¿qué...?
-Pues o que es otra víctima... -se llevó el teléfono a la oreja - O un culpable.
Dio media vuelta y empezó a hablar en susurros. Rin miró a Kushina, pero esta se limitó a desviar la mirada con frialdad.
-Es su hijo... -susurró Rin, ligeramente asqueada. -Si sabe algo que nos ayude a encontrarlo...
Kushina no respondió. Rin tampoco añadió nada. Simplemente se miraron durante un largo rato.
-Tus sospechas eran ciertas, Rin. -ambas mujeres se volvieron para mirarlo. Kakashi fulminó con la mirada a la pelirroja, que apretó los dientes. -Me temo que tengo que pedirle que se quede y nos lo cuente todo, Sra. Uzumaki. ¿O debería decir Sra. Namikaze?
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Sentencia(dos).
FanfictionTodos tenemos secretos. Pueden parecer inofensivos... pero, ¿y si no lo son? ¿Qué pasa cuando alguno de esos secretos te estalla en la cara? ¿Y qué puedes hacer si esos secretos ni siquiera son tuyos? ¿En qué puedes confiar cuando todo lo demás fall...