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NamJoon

     ¡Todo estaba yendo genial! Ropa limpia, comida hecha en casa, ya no te tropezabas con la basura al caminar, ¡Hasta remodelamos el lugar!
     El problema era que... dañe la lavadora y ahora tenía que fregar a mano, Jin cocinaba pero yo lavaba los platos, y lo principal, Seok Jin estaba haciendo de mi oscuro y sucio departamento, su palacio.

— Namjoon. — No, él no de nuevo. Estaba tumbado en la alfombra de mi habitación y en cuanto Jin abrió la puerta ésta choco contra mi cabeza — Uy, perdón.

— Mier... ¡Ah Jin! ¿Qué necesitas? — Respondí sobándome la cabeza, ¿Qué necesidad había de azotar la puerta? Que necesidad Jin.

     El tipo tapo su boca con su mano y salió de la habitación. Este tiempo de tenerlo cerca me di cuenta de muchas cosas sobre él.
Cubre su boca cuando ríe.
Duerme abrazado a la almohada.
Solo se peina para verse formal.
No le gusta que le mencione algo sobre sus manos, aunque yo pienso que son lindas.

     Me senté con las piernas cruzadas y la puerta volvió a abrirse nuevamente pero ahora a una velocidad más lenta que mi abuela cruzando la calle, Jin traía consigo una pequeña caja y luego se sentó a mi lado.

— Quién te manda a tumbarte en el suelo Namjoon. — Saco un algodón y me lo acercó, retrocedí y el tipo puso mala cara. — Ven acá maldita sea, no quiero ser el responsable de que te quedas soltero otra década gracias a ese golpe.

     Me dio un tirón de cabello y me puso el algodón sobre la herida.

— Veo que, auch, te agrado Park.

— ¿El intento de pelirrojo? — Asentí — Sí, todos en realidad, pero ese no es el caso — Retiro el algodón y me coloco una bandita. — Nos estamos quedando sin recursos.

— ¿Tan rápido? Bien, vamos al supermercado. — Me toque la cabeza y aún dolía un poco.

     Jin se fue a su habitación y yo rebusque en mi closet cualquier cosa que me mantuviera caliente a la intemperie, tomé una sudadera y mi billetera. Decidí dejar mi móvil cargando ya que no tenía nada interesante en él, solo miles de mensajes del grupo de Kakao Talk donde me agregaron los chicos.
En ese sitio solo destacan ciertas cosas:
Los mensajes de amor y bromas.
El usuario fantasma de Suga.

     Emprendimos el camino hasta el dichoso supermercado y Jin me hizo llevar el carrito mientras él revisaba la lista en su teléfono y acomodaba las cosas que compraríamos. Me sentía extraño, usualmente esto de compras en pareja suelen hacerlo los casados.

— Ya, ¿Quieres comprar todo el supermercado o que?

— Ve el lado bueno, no tendremos que regresar durante la época de frío y nos quedaremos en casa a ver películas mientras tomamos chocolate caliente. — Lo tenía justo frente a mí, unos escasos centímetros frente a mí rostro.

— Sí claro, y ambos estaremos acurrucados en el sofá. — Hablé sarcásticamente.

— Exacto, justo así. — Chasqueó los dedos y camino a paso veloz. — Oh, en ese caso iré por el chocolate.

Mi sonrisa se desvaneció.

— ¿Qué tú que?

[...]

— Pss, Jin. ¿No crees que es demasiado?

     Comencé a preocuparme en cuanto vi el carrito lleno y como cada vez que un artículo pasaba por el lector la suma a pagar aumentaba.

     Joder Jin, ganó lo suficiente para subsistir y tú quieres darte una vida de rico.

— Tú tranquilo Namjoon, te quedarás calvo pronto si sigues preocupándote.

     La cajera termino de cobrar y juro haberme imaginado en la comisaría o trabajando para el supermercado durante un mes para saldar mi deuda, no podría pagarlo, simplemente no podía.

— Aquí tiene.

¿Qué?

— ¿Dónde demonios conseguiste esta tarjeta de crédito? — Abrí los ojos y Jin solo suspiro hondo.

— Aishh, no la robe, es mía.

[...]

     Una vez estuvimos en casa Jin me ordenó que lo ayudará a acomodar todo lo que habíamos comprado, ¡Todo!
Así que me mientras él se deshacía de las bolsas yo ponía todo en la alacena.

— Ya, RapMon. — Soltó una risa, jamás debí decirle que me apodaban así. — No alcanzo.

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Te trueno las rodillas para que crezcas? — Ladee la cabeza y seguí con lo mío.

— Olvídalo. — Bufó.

     Jin comenzó a saltar y a hacer mucho ruido tratando que alcanzar quién sabe qué cosa que comenzaba a desesperarme.

— Put... — Terminé acorralándolo contra la barra mientras él se daba vuelta. Su rostro se tornó roja y retrocedió a medida que me acercaba.

— Deja de lado las vulgaridades. — Susurré cerca de su rostro. — No es tu estilo.

     Deje la lata de duraznos que Jin trataba de alcanzar en la barra y me dirigí nuevamente a mi puesto conectando los audífonos a mi teléfono y subiendo todo el volumen posible.

You're Crazy  ▷ NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora