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-Christian... Tengo miedo-Me dijo Ángela mientras Iñigo se decidía a quien llamar.

-No te preocupes, no te pasará nada. Todo saldrá bien.-Contesté para intentar tranquilizarla, también la dí uno de esos abrazos que tanto la gustaban.

-¿Seguro?

-Seguro, seguro... Seguro sólo estoy de que no te va a pasar nada.

-¿Y a ti tampoco te pasará nada, verdad?-Su mirada me transmitía miedo, mucho miedo. No podía verla así y no poder hacer nada... Pero tampoco la culpo, esta situación es sobrenatural y nunca antes me lo había planteado.

-Intentaré que no.-La abracé aún más fuerte.

-¡Ya se a quien llamar!-Gritó Iñigo eufórico.-¡A mi hermano Rodrigo!-Dicho esto, empezó a marcar el número.-Vamos...-Continuó-Nada, comunicando...

-Estará bien, tranquilo.-Dijo Rubén para animarle.

-Eso espero.

Nos miramos todos, nuestras miradas eran similares, desesperación, angustía, confusión y poca esperanza. Amaya se encontraba en un rincón, con su cartera en la mano observando la foto de su hijo pequeño.

No tardamos en oír ruidos en la puerta y poco a poco se iba abriendo.

-¡Mierda ya están aquí!-Gritó Iñigo lanzando el teléfono contra la puerta.

-¿Ya se han comido a Lucía y Victoria?-Preguntó Ángela.-Pobre de mis querías amigas...

-Tomar.-Dijo Iñigo mientras nos entregaba un cuchillo a cada uno.-Para matarles teneís que darles en la cabeza, lo he visto en videojuegos.

-Yo no voy a matar a nadie.-Dijo Ángela.

-Ángela, no hay tiempo, si no quieres morir tienes que matar. Recordad un golpe fuerte en la cabeza. ¿De acuerdo?

-Iñigo... Esto no es un videojuego, tal vez ni si quiera se mueran, ¡por qué ya lo están!-Exclamé tras la motivación de mi mejor amigo.

-Tenemos que salir de dudas.-Respondió mientras llenaba su mochila con comida y botellas de agua.

De repente oímos un fuerte ruido: la puerta había sido derrumbada, y bastantes zombies, de caras conocidas (como el director, algunos profesores y unos cuantos compañeros del instituto) entraron a la cafetería. Ángela gritaba, Amaya gritaba, Rubén no se movía, Iñigo apuñalaba cabezas de zombies y al parecer, no se equivocaba, morían con tan sólo romperles la cabeza y yo, yo no sabía que hacer.

-¡Ayudarme!-Gritó Iñigo.

Salí corriendo y le ayudé a cortar cabezas y matar más zombies, eran demasiados y al fondo encontré dos zombies que me llamaron la atención: eran Victoria y Lucía, con agujeros por el cuello y mordiscos en el estómago. Lucía tenía el intestino delgado colgando y arrastrándole por el suelo, en cambio, Victoria sólo tenía un ojo y la mandíbula arrancada. Al verlas me quedé en Shock y un zombie me golpeó y me tiró al suelo. Las babas verdes del bicho me caían en la cara, me bajaban hasta la boca y su mal olor me mataba. Creía que era mi fin, pero Ángela me salvó clavándole un cuchillo en la cabeza, el zombie perdió lo que le quedaba de "vida" y su cuerpo cayó encima mió aplastándome.

-Lo he matado...-Me dijo Ángela medio llorando.-He matado a una persona, soy una asesina...

-No era una persona, era un caminante, e hiciste lo correcto. Gracias por salvarme.

-Me duele la muñeca por la fuerza que hice en partirle el cráneo con el cuchillo.

-Tranquila, ahora continuemos y luego te lo curaré.

Agarré la mano que no la dolía a Ángela y hechamos a correr detrás de Rubén, Iñigo y Amaya. No conseguimos matarles a todos, eran unas cuantas decenas. Seguíamos a Iñigo sin saber a dónde ir, suponiendo que el sabría que hacer.

The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora