d i e c i s e i s

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El día amaneció nublado, muy nublado, no tardaría en llover. El plan para hoy era despedirnos por última vez de Tamara, enterrándola al lado de la familia de Carles y Freddy. No volvimos a ver a Saray, se encerró en su cabaña y no salió ni si quiera para cenar. Tampoco oímos ruido en el interior, no queríamos entrar para respetarla, aún que el señor Smith se esperaba lo peor.

Cuando desperté me encontraba sólo en la habitación, Ángela debía de haber madrugado. Salí caminando como si fuera un zombie, me había costado dormir debido a los acontecimientos recientemente sucedidos. Ángela se encontraba en el salón, leyendo junto a Iñigo el libro que me había regalado Tamara, al parecer estos dos ya habían hecho las paces.

-Buenos días chicos.- Saludé.

-¡Christian!-Exclamó Ángela mientras corría hasta mi para recibirme con un abrazo.

-¿A qué se debe esta bienvenida?- Pregunté extrañado.

-Nada en especial, que te amo mucho y no quiero perderte como les pasó al señor Smith, Carles y Saray.

-Es verdad... Todos perdieron a su pareja.- Dije decepcionado.

-Menos yo.-Dijo Iñigo riendo.- Ventajas de estar soltero.

-No me perderás Ángela. Aquí estaremos seguros.

-¿Pero vamos a vivir siempre aquí?- Preguntó mi novia.

-Como sea así... Que coñazo.- Dijo Iñigo.

-No hombre, cuando todo esto pase volveremos a nuestras casas.

El señor Smith llamó a la puerta de la cabaña, era la hora de desayunar. Me vestí con ropa cómoda y me dirigí a la cafetería con los demás, menos Saray, que seguía sin salir de su cabaña.

-Señor Smith, ¿cuándo acabará todo esto?- Preguntó Ángela debido a la conversación que habíamos tenido hace unos minutos.

-No lo se bonita... Tal vez tarden semanas, meses o incluso años en encontrar una cura y que la humanidad vuelva a ser como antes.

-Los humanos empezarán a ser los verdaderos monstruos...- Dijo Juan.- Días después de que apareciera el primer caminante la gente que pasaba por el pueblo en el que yo vivía, rompían todas las tiendas para poder entrar, robaban en las casas y mataban a todo el que no se lo permitiera. Estaba claro, las fuerzas militares ya habían caído o estaban demasiado ocupadas en las ciudades principales... El caso es que nadie sabía el estado del país. Las leyes ya no existen y todo esta permitido.

-Nosotros no vimos a nadie del ejército.- Respondí.- Cuando vimos a los primeros caminantes estábamos en el instituto y sólo pensamos en huir lejos.

-¿Y vuestras familias?- Preguntó Carles.

-No lo sabemos...- Respondió Ángela.

-Pero me encantaría encontrarles...-Dijo Iñigo.- Aún que seguro que estén muertos.

-Veo que Ángela te pegó el pesimismo.- Comentó el señor Smith.- Yo aún tengo la esperanza de encontrar a mi hijo para cumplir la última voluntad de mi mujer.

En ese momento oímos golpes en la puerta. Golpes muy fuerte. A través de la ventana vimos cabezas de caminantes golpeándose contra el cristal, llenando todo de sangre y destrozándose el cráneo.

-Dios, ¿qué es eso?- Preguntó Ángela.- Intento desayunar.

-Ángela... Los caminantes han entrado al campamento.- Dijo Iñigo asustado.

-¡Papi, esos caminantes son los del otro día!- Exclamó Freddy.

-Ostras, es verdad,- Dije.- Ese fue el caminante al que le lancé la piedra, recuerdo perfectamente el cuchillo que tiene clavado en el ojo.

The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora