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Él

No fue hasta el día que te decidiste sentar en mi sitio que en verdad empecé a interesarme por ti.


Curioso, ¿verdad? Algo que se supone me tendría que molestar, me atraía. Qué irónica la vida.


No pensaba quedarme calladito, y sentarme a tu lado sería demasiado aburrido y previsible.


Así que cogí y me senté en tu asiento. La cara de sorpresa que se te quedó se grabó en mi mente de forma permanente. Todavía la recuerdo, y cuando lo hago, no puedo evitar reírme.


Eres realmente curiosa, ¿te lo habían dicho?


La "o" que formó tu boca rápidamente se convirtió en una línea fruncida cuando te diste cuenta de que te había seguido el juego, y que no iba a caer tan fácilmente en tus trucos.


Te sonreí triunfante, pero me ignoraste.

N° 213Donde viven las historias. Descúbrelo ahora