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Él


Quería reír, tenía muchas ganas, pero no podía.


¿Quién utiliza una bufanda para ligar? ¿Y encima púrpura? Tú, solo tú.

Veía que me moría de risa, pero tenía que mantenerme serio si quería que te tragases que no me había dado cuenta de la bufanda de debajo de mí.

La había visto nada más entrar. Al principio me extrañó no vértela en el cuello, pero cuando la vi descansando en mi asiento dejé de preocuparme.


Estabas guapa sin aquella tela tapándote la mitad de la cara. Tus labios eran bonitos, y tu nariz respingona. Pero yo seguía ensimismado con tus ojos.


Cuando saliste del autobús 213 no miraste atrás, y aproveché para coger tu bufanda.


Era suave al tacto.

N° 213Donde viven las historias. Descúbrelo ahora